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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es cada vez más frecuente que nos lleguen producciones realizadas en colaboración entre Francia y Bélgica, tal vez por aquello del idioma en común.
En esta ocasión se nos cuenta una historia situada en el verano de 1942, durante la Segunda Guerra Mundial con ocupación alemana de la nación francesa.
Una seria mujer, Rose, conservadora de arte, se ocupa de trasladar a la zona libre a un grupo de seis niños judíos con edades entre los cuatro y dieciséis años, cuyos padres han sido apresados o ejecutados por las fuerzas nazis.
Metidos en un camión de reparto, en principio, los lleva al fabuloso castillo de Chambord, situado en el Loira, que parece propio de un cuento de hadas, cuando en realidad lo que viven aquellas criaturas es la mayor pesadilla de horror, en la que están en juego sus propias vidas.
Allí los ejércitos del führer almacenan las obras de arte que han sido robadas del prestigioso museo del Louvre, lo que crea el suspense con las constantes visitas, al estar allí refugiados los niños, con el riesgo de ser descubiertos.
Cuando tienen ocasión se marchan a una cabaña de cazadores cercana que está bien amueblada, con la posibilidad de vivir una gran aventura en los alrededores, sin que por ello desaparezca el riesgo de ser descubiertos, hasta poder tener la posibilidad de cruzar a la zona libre.
Se mezclan varios temas en esta película, unos con más desarrollo en su tratamiento que otros, por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial nunca aparece, pero sigue estando de fondo con la presencia del ejército nazi, por otra parte el del robo de las obras de arte del museo del Louvre por el ejército alemán, también el horror de la guerra que viven estos pobres niños huérfanos para poder escapar de esa pesadilla.
Aun siendo un film bélico en el fondo, no nos ofrece las imágenes de siempre, gracias a esa pandilla de chicos que se divierten, a pesar de todo, en cuanto tiene la menor ocasión, comportándose no obstante como personas mayores cuando el momento lo requiere, a pesar de que tres de ellos son de corta edad.
El guion se inspira en un hecho real que le sucedió a la abuela de la realizadora lo que le da una mayor veracidad a esta historia, aunque tenga algunas escenas algo convencionales.
La dirección recae en una mujer, Mona Achache, de la que ya conocemos en España su cinta, El erizo (2009) basada en el best seller de Muriel Barbery, esta vez con un relato muy distinto debido a la ambientación, aunque también trate de la infancia, en este caso perseguida, arriesgando sus vidas en una guerra de la que no tiene la culpa.
Debe haber sido una producción con un bajo presupuesto ya que tiene pocos actores adultos y no son de renombre, puesto que la mayor parte de la actuación se la reparten los tres adolescentes y los tres niños pequeños que se comportan de forma natural bastante bien.
Aunque hay otros títulos en los que intervienen chavales en tiempos bélicos como El imperio del sol (1987), La vida es bella (2004) o Una bolsa de canicas (2017), ésta también se sitúa durante la Segunda guerra mundial, por citar tan sólo tres de ellas, aunque sin embargo, nos parece algo diferente.
Una de sus virtudes es la de eludir el sentimentalismo y contar esta aventura en hora y media, cosa poco frecuente hoy en día, algo que se agradece.
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