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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay un refrán que dice que "nunca segundas partes fueron buenas" y es muy aplicable casi siempre a las secuelas de películas que tratan de continuar con el éxito o el acierto de una primera entrega, que es lo que viene a suceder con '2013 Rescate en Los Angeles' (1996) con respecto a 1997 Rescate en Nueva York (1981).
Al cabo de tres lustros, a sus autores se les ocurre volver a poner en práctica el mismo esquema; allí era rescatar al Presidente y aquí un artefacto robado por la hija de otro Presidente, en exceso conservador y radical, de una ciudad de Los Angeles en ruinas (en la otra era Nueva York también derruido) que se ha separado del continente, en una isla, tras un terremoto y se ha convertido en un Alcatraz donde se mete a toda la basura humana (prostitutas, homosexuales, delincuentes, progres, etc.) que están comandados por Cuervo Jones (sospechosamente parecido al Che Guevara).
De esta manera el gobierno norteamericano recurre otra vez a Snake Plissken para que recupere un dispositivo que ha sido robado que podría destruir el mundo, lo que no le va resulta nada fácil, teniendo que sortear todas las trampas que le surjan por el camino.
La acción se sitúa en un futuro en el que Los Angeles ha quedado en una situación que parece una isla prisión para criminales.
De camino se hace una crítica a la Norteamérica actual, que no permite fumar, ni muchas otras cosas más, y que resulta bastante falsa y reaccionaria en algunas actitudes, a la que no le interesa más que la sociedad del dinero y el bienestar.
Hoy día para hacer un film de ciencia ficción que se precie, debe estar muy cuidado el capítulo de los efectos especiales, con escenas espectaculares, etc.
Sin embargo aquí Carpenter ha tratado de hacer un producto de serie B, para salir del paso, lleno de referencias cinéfilas, lo que hace más entretenido su simplote esquema.
Mirando el reparto se observa el buen elenco de secundarios que tiene para respaldar al protagonista con interesantes trabajos.
Para ese viaje hubiera sido mejor dejarlo como estaba, con sólo la primera parte, que ya de por sí se había convertido en una cinta de culto, a pesar de todo.
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