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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine italiano, tan habitual en nuestras pantallas, décadas atrás, con ídolos muy conocidos universalmente, con directores creadores que promovían nuevos movimientos fílmicos, es ahora tan desconocido en todos los aspectos entre nosotros.
Un buen ejemplo puede ser el del director romano que se declara trans, Emanuele Crialese, que estudió cine en la Universidad de Nueva York, con casi media docena de títulos en su haber, del que nos llega una nueva película suya 'L'immensità' (2022), que es su quinto largometraje, del que ya le habíamos visto su segundo film, Respiro (2002), con Valeria Golino.
Ha participado en la sección oficial en la Mostra de cine de Venecia y fuera de concurso en la Seminci de Valladolid.
Aquí nos cuenta una historia situada en la sociedad misógina de la Italia de los años 70, con la televisión en blanco y negro, donde la acomodada familia Borghettise se instala en la ciudad de Roma, en un nuevo y espacioso apartamento, en un barrio donde aún hay edificios por construir en el que de momento un solar está ocupado por unas familias de gitanos.
Clara y Felice no están muy enamorados, ya no se aman, su matrimonio hace aguas, e incluso llega al maltrato, pero no se separan al ser católicos, a pesar de la infidelidad del marido.
Son los hijos, Adriana la mayor, Gino el mediano y Diana la pequeña, el único vínculo que los ata de momento, a los que Clara ama con pasión, no así su padre, algo distante con ellos, sobre todo con la mayor, que acaba de cumplir doce años, Adriana, que prefiere que le llamen Adri, ya que en realidad ella desea ser un chico, posiblemente al ver el calvario de su madre que le puede esperar también a ella como mujer, por lo que suele vestir de forma que lleva al equívoco, con su pelo corto como si fuera un joven y se enamora de Sara una chica gitana del solar de al lado.
Ella es testigo mudo de las constantes confrontaciones de sus padres.
Según declaraciones de Emanuele Crialese es su cinta más personal, la que siempre ha querido hacer y por fin le ha llegado el turno, en la que incluye algunos recuerdos personales de un tiempo pasado vivido con una experiencia propia y como siempre con la familia como telón de fondo, con sus problemas y la falta de amor entre el matrimonio.
Aquí toca un poco de pasada la identidad de género y el deseo de cambio de sexo de la joven protagonista, pero era un momento que no se podía ni soñar en ello.
La relación con Sara, una chica gitana, le lleva a ésta a creer que Adriana es un chico y como tal se la presenta a su familia.
Ha sido difícil recrear el mundo de los niños, tan distintos en sus comportamientos de entonces a los de ahora, ya que apenas participaban en el mundo de los mayores.
Luana Giuliani da muy bien el papel de Adri, siempre con gesto adusto, no conforme con su naturaleza física, y sobre todo con la mala actitud de su padre y el mayor acercamiento a su madre.
Pero sobre todo uno de los mayores valores de esta película es la estupenda interpretación de la española Penélope Cruz, que da perfectamente el tipo de mujer guapa, elegante, perteneciente a una clase social media alta, pero también el papel de una abnegada madre pendiente siempre de sus hijos, aunque esté abandonada por su marido con el que convive de manera forzada.
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