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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine negro moderno está experimentando algunas variaciones con respecto a los films clásicos de este género.
No deja de haber asesinos, pero ya no son los gángsteres a sueldo, ni las bandas rivales, sino personajes ambiciosos, a veces de guante blanco, que quieren hacerse con grandes sumas de dinero y no les importa llegar al crimen para lograrlas.
Sandra está casada con Jake, un ejecutivo alcohólico,aunque tiene una relación secreta con Ben, su cuñado, que a su vez se siente atraído por Peggy, una mujer que tiene un lado oscuro que poca gente conoce.
Cuando Sandra se entera de ello desaparece misteriosamente Ben.
En este caso es una fogosa rubia la que trata de conquistar a su cuñado para dar muerte a su marido y poder cobrar cuatro millones de dólares, suma que corresponde a un seguro de vida que tiene la familia y que irá pasando al último que quede vivo.
Este no es más que el principio de una serie de engaños y quiebros que da el argumento en donde nadie es lo que parece y nunca se sabe quien está engañando a quien y con quien está aliado en cada momento para quitar de enmedio a otro personaje que le estorbe.
Estos entresijos de la acción le dan un mayor interés al guion, muy bien tramado y sin que deje ningún cabo suelto, a pesar de las vueltas y revueltas que da sobre sí mismo.
Casi en la mitad de la historia se da entrada a una insólita pareja de policías, él muy religioso, un buenazo, casi tonto, que todo lo ve bien y ella una mujer inteligente, cínica e irónica, a la que todo le importa un pimiento, que no piensa más que en jubilarse o aprovechar si tiene un golpe de suerte para retirarse de la clase de vida que lleva en esos momentos.
A partir de la presencia en la escena de esta pareja la cinta da también entrada a la comedia y el público se divierte con las ocurrencias de la poli, aunque sin olvidar el interés y la emoción de la intrigante trama.
Llama la atención que sea el director británico Roland Joffé quien realice esta película, de un género tan alejado de las dramáticas producciones suyas anteriores como La misión (1986) o Los gritos del silencio (1984), la cual lleva con cierto rigor y cumpliendo bien con su cometido, aunque no sea este su género preferido.
Los actores se comportan bien, desde la calculadora y apasionada Patricia Arquette a la irónica Ellen DeGeneres, la detective, pasando por Mary Louise Parker que también juega un buen rol en este drama policiaco.
Menos importancia tienen los papeles masculinos que encarnan Dermot Mulroney y Don Johnson.
Un film interesante, más por la intrincada trama y el buen guion, que por una realización brillante.
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