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CRITICA
Por: PACO CASADO
La llegada de la televisión a los Estados Unidos supuso un duro golpe para la industria cinematográfica.
Los productores de Hollywwod pretendieronsacar al público de sus hogares ofreciendo grandes espectáculos sobre una pantalla (la del Cinemascope, Cinerama o Todd-Ao).
A pesar de todos estos esfuerzos el negocio siguió en franco descenso y los hombres de los Estados Unidos hicieron lo de la conocida historia del huevo de Colón. Descubrieron que la mejor forma de hacer la competencia al nuevo descubrimiento era hacer buenas películas.
Los antiguos valores se colocaron en primer plano y el cine inició ua nueva era, que hoy se desarrolla aún más con la entrada de valores jóvenes, hasta el punto de que hoy asistimos a un fenómeno de signo diferente, muchos hombres de la televisión se pasan al campo del cine y realizan películas que, junto a su calidad indiscutible, muestran cómo la técnica de la televisión puede ser trasplantada al campo del cine.
De este tipo de largometrajes hemos visto en España, "Doce hombre sin piedad", "Rapto" y la cinta que hoy es objeto de nuestra crítica, "El zurdo".
¿Qué aporta la televisión al cine?. Algo muy importante. La televisión es el arte de la presencia directa, el arte del rostro amigo que se asoma a nuestra casa por ola pantalla pequeña, del rostro amito que en ese instante está hablando con nosotros. Así mientras en el cine ese rostro está como en conserva, en la televisión parece vivo. Por eso ésta es el arte del reportaje.
Arthur Penn es un director de televisión que ha pasado al campo cinematográfico. Y lo ha hecho aportando la técnica y los recursos expresivos que conoce. Por eso "El zurdo" es el primer reportaje, casi periodistico del hombre y del ambiente del Oeste.
Los personajes aparecen con la desnudez de la vida real, de los hechos de sus implicaciones dramáticas, la vida se teje y desteje sin elaboración artística aparente y el film se transforma en un documento desolador de una página de la historia americana que hasta ahora se nos había ofrecido con el ropaje de una aublimación del vaquero o del choque dramático localizado en unos cuantos personajes.
El director se coloca ante los hechos con la simple idea de mostrarnoslo. No aporta ninguna conclusión. esta la tiene que dar el público. El público que no descubre el grito desgarrado que se esconde detrás de la cámara, grito ante un estado de cosas, ante un ambiente en el que predomina la ley del más fuerte y en el que la justicia está vendida ante los intereses inconfesables de unos cuantos poderosos.
El personaje de Billy el niño es uno de los tipos más apasionantes de la historia del Oeste. Y lo es, porque Billy se convierte en la víctima del ambiente que le rodea, la víctima de la violencia que, como fatalidad, le induce a matar cuando solo cuenta once años.
Una de las constantes del Western es precisamente el tema de la amistad. ¿Por qué?, simplemente porque el hombre, ante un ambiente hostil, tiene siempre a buscar el amor, algo que llene el vació de su alma. Billy también la busca, pero se da cuenta de que su vida se reducirá a ser constantemente perseguido, a no encontrar cobijo en ninguna parte, a que los hombres de buena voluntad lo desprecien.
Esa amarga su historia, porque la suprema amargura del hombre es la de no encontrar a nadie en quien apoyarse. Ese hombre parecerá un anormal a las gentes que no tienen sentimientos, ese hombre será un sádico ciminal para los que no comprenden que con un poco de ayuda ese hombre dejará de matar.
Ayuda no individual, sino colectiva. Porque ese hombre necesita la ley que le proteja, la ley que no es instrumento al servicio de los poderosos, sino un medio para que el hombre alcance su fin trascendente.
"El zurdo" es la historia de Billy el niño, de ese niño que muere pidiendo un poco de ayuda y que provoca una explosión de risa al público sin sentimientos que ayer, en la sesión de las siete, llenaba el cine. ¿Qué es lo que quiere la gente? ¿Novelas rosas?. Produce indignación el que el mundo sea tan ciego, el que no comprende la realidad lacerante, amargando la cinta de Arthur Penn.
Quizá el público no tenga la culpa. Se ha creado un apublicidad hecha de lugares comunes, de un universo de oropel que es el del cine, de unas fantasías asbsurdas que provocan el que la gnete quede defraudada, cuando lo que ve corresponde a sus deseos.
Yo a todo esto les diría una cosa, vayan a ver "El zurdo", pero no con la intención de ver lo mismo de siempre, es decir, cabalgadas, escenas de amor, chicas bonitas, saloom, etc. sino con el convencimiento de que van a contemplar algo que se sale de lo corriente, de que van a contemplar un documento alucinante de aquello que vieron en otras cintas y que seguramente hasta hoy se le habrá pasado desapercibido. Vayan con la mente descargada de prejuicios, dispuestos a ver y no apasionarse con las aventuras del protagonista. Vayan y comprenderán lo que es el cine.
Tecnicamente la película es irreprochable y la interpretación de Paul Newman, así como de los demás intérpretes es irreprochable.
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