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CRITICA
Por: PACO CASADO
La producción de 'Esquilache' (1988) marca el regreso al cine de la directora cordobesa Josefina Molina, tras realizar 'Vera, un cuento cruel' (1974) varias series de televisión y 'Función de noche' (1981).
Después se dedicó al teatro y a la excelente serie de televisión 'Teresa de Jesús' (1984).
Aquí pone con imágenes muy cinematográficas, la obra de teatro de Antonio Buero Vallejo, Un soñador para un pueblo, escrita y estrenada en 1958, que marca la cumbre escénica de este gran autor.
Al cabo de 30 años de su estreno teatral la directora cordobesa Josefina Molina la lleva al cine, pero no ha querido que se noten la tablas y ha echado mano de recursos muy cinematográficos como el flash-back, usando además de los escenarios naturales de la ciudad de Madrid, tanto de exteriores como de los espléndidos y lujosos interiores.
El marqués de Esquilache, ministro durante el reinado de Carlos III, prohíbe a los hombres vestir con capa larga y sombrero ancho, entre otras medidas, lo que provoca grandes disturbios por las calles de la madrileña capital de España, lo que fue conocido como "el motín de Esquilache".
Arranca con la huida de Esquilache y mientras va en su carruaje recuerda los momentos más importantes y trascendentes de su vida.
Esto le ocupa la primera parte del film, la más cinematográfica y ciertamente no se ve el teatro por ningún lado, si acaso la literatura en los diálogos o la televisión en el uso acentuado del primer plano como recurso para llegar al fondo de sus personajes.
La película posee un extraordinario y extenso reparto de lo mejor de nuestro cine, comenzando por Fernando Fernán Gómez que interpreta muy bien al italiano Leopoldo Gregorio, Marqués de Esquilache, hasta la criada Fernanda, que encarna Ángela Molina, la breve intervención de Amparo Rivelles como Isabel de Farnesio o Adolfo Marsillach como el rey Carlos III.
El inteligente guion tiene en contra que al ser contado en flash back y al ser un hecho histórico conocido, pierde el efecto dramático y la emoción ya que se conoce su desarrollo y desenlace de los hechos.
Posee una buena fotografía en color y notable dirección que hacen de 'Esquilache' (1988) una película muy bien realizada, con secuencias formidable pero que dejan bastante frío al espectador, aunque puede deleitarse con la interpretación de los actores que en este sentido tiene campo suficiente.
Josefina Molina ha hecho un gran esfuerzo por ofrecer cine histórico con tanta escasez de medios y hacer que esto no se note.
Goya a Adolfo Marsillach como mejor actor de reparto y al mejor diseño de producción.
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