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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se desarrolla en París, en el invierno del año 1938.
El doctor Ravic, un ciudadano austriaco que se encuentra en la capital francesa ocupada por los nazis alemanes, como refugiado, sin identificación ni documentación alguna, por lo que su estancia está fuera de la legalidad.
Por casualidad encuentra y conoce por azar a una joven, Joan Madou, una modesta actriz, que está a la deriva tras la muerte de su amante, a quien logra salvar cuando estaba al borde del suicidio.
El cirujano Ravic le ofrece su apoyo y ayuda a la muchacha, quien atraviesa una grave situación y se encuentra en apuros, mientras continúa las gestiones y los propósitos que le han llevado a París: la búsqueda de Hanke, un importante agente de la Gestapo que tiempo atrás fue su torturador y el asesino de sus compañeros.
El guion está basado en una adaptación de la novela escrita por el autor alemán Eric María Remarque y dirigida por Lewis Milestone, que no estuvo muy afortunado en esta su segunda incursión en el universo literario de este escritor.
El estreno en España ha sido muy penoso, ya que apenas la ha visto nadie en la sala donde se proyectaba, puesto que ha sido retirada de cartel a los tres días de su situación en la cartelera, debido a una serie de agresiones que ha sufrido la pantalla, por el tema que trata.
Esta historia de amor, la venganza y el comienzo de la guerra entre Francia y Alemania conforman en síntesis el argumento de esta película, en la que se echa en falta un cierto tono desaforadamente romántico.
Tras llevar a la pantalla con bastante acierto la novela antimilitarista Sin novedad en el frente, el director Lewis Milestone no estuvo tan afortunado en su segunda incursión en el universo literario de Erich María Remarque, siendo Arco de triunfo otro relato bélico en el que sin embargo predomina el melodrama.
Este film se resintió de los distintos procesos de montaje por parte de la productora, pasando de las cuatro horas iniciales que duraba a tan solo dos.
Conviene destacar un excepcional reparto liderado por Ingrid Bergman y Charles Boyer, los cuales ya habían trabajado juntos en Luz que agoniza (Luz de gas) (1944), que se permite el lujo de contar en papeles secundarios con actores de la talla de Louis Calhern y el genial Charles Laughton en otro gran despliegue de su talento.
Aunque se rodó con un holgado presupuesto y jugaba la carta de la pareja compuesta por Ingrid Bergman y Charles Boyer como potente gancho con miras a la taquilla, fue un rotundo fracaso comercial, cuya culpa el director la atribuye al montaje.
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