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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos alegramos de la reposición de 'Arsénico por compasión' (1944) para que por fin se le pueda estar dando ahora a su director Frank Capra el lugar que realmente le correspondía en su momento y que entonces los críticos no se lo querían reconocer, ya que los más avanzados lo tachaban de blando y le llamaban la abuelita Capra, por algunas de sus obra, así como por el estilo bonachón y paternalista que tenían, cargado de buenos sentimientos que solían ofrecernos en sus películas.
Pues para que se pueda contrastar aquella afirmación, aquí está de nuevo este film basado en la conocida obra teatral de Joseph Kesselring, que tiene un humor ácido y corrosivo que se sale de los cánones establecidos a lo largo de casi toda su filmografía.
Cuenta la historia de Mortimer Brewster un famoso y conocido crítico teatral, que está en contra del matrimonio, que es el autor del libro La Biblia del soltero, que se ha casado en secreto con Elaine Harper, y antes de que el escándalo estalle el escritor va con su esposa a Brooklyn a visitar a dos inefables tías ancianitas, Abby y Martha, para comunicarles la noticia.
Allí le espera una sorpresa al descubrir que las dos viejas benefactoras se dedicaban a envenenar a los pobres ancianos que iban a pedirles ayuda porque estaban solos y desamparados, cosa que hacían dándoles una copa de excelente vino, adobado con unas gotitas de arsénico para aliviarles sus penas, y todo ello con la mayor amabilidad y como si les hicieran un gran favor, ya que los hacían pasar a una mejor vida y ellos morían con sus rostros sonrientes llenos de satisfacción.
La cosa se complica con la presencia de un hermano de ellas que en su locura se cree que es poco menos que el Presidente Theodor Rooselvelt y con la llegada de otro sobrino que está siendo buscado por la policía, que se parece a Boris Karloff, en compañía de un médico que quiere que le opere para cambiarle la cara y así despistar a la ley.
El origen teatral de la obra se nota en ocasiones, pero es paliado por el extraordinario ritmo que Frank Capra le imprime a la acción de esta divertida y fina comedia, a los inteligentes diálogos, a las situaciones y a la extraordinaria interpretación de todo el conjunto de actores que componen el reparto, comenzando por las dos viejecitas, Josephine Hull y Jean Adair y destacando la buena labor interpretativa de Cary Grant.
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