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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay una serie de producciones que hace años hacía la productora de Walt Disney de ambiente familiar y que en este caso ha sabido copiar perfectamente la cinematografía francesa en 'Zoe y Tempestad' (2022), dirigida por Christian Duguay.
Aquí se cuenta la historia de Philippe y Marie, un matrimonio que posee una granja en la que se dedican a la cría de caballos a los que cuidan y adiestran para que participen en competición en las carreras que se celebran en los hipódromos más famosos.
Un buen día entra en sociedad con un rico americano con el que sus participaciones en las distintas carreras no consiguen ganar títulos y pierden mucho dinero lo que les obligan a vender algunos caballos.
Entre tanto su esposa ha tenido dos hijos, una chica llamada Zoe y un niño.
Poco después una de las yeguas, Intrigante, da a luz a un potro al que ella le pone en nombre de Tempestad.
Sobre todo Zoe, la mayor, se ha criado y ha crecido entre caballos de carrera y cuando llega a la adolescencia su ilusión es ser una gran hockey, pero debido a una gran noche de lluvia y tormenta tiene un percance en el establo y se lastima las piernas, quedando paralítica y en silla de ruedas.
No obstante ella no se da por vencida y pone todo su empeño y fuerza de voluntad, y en compañía de Seb, uno de los empleados, que padece el síndrome de Asperger, trata de montar por las noches a escondidas de sus padres.
Entre tanto su yegua favorita ha tenido una cría a la que llama Tempestad; han crecido juntas y parece que el animal se entiende bien con ella y ambos tienen un vínculo profundo, siendo Zoe la primera en ver en el potro el campeón que su familia esperaba.
Cuando contratan a un jockey para competir con Tempestad y este pone una serie de condiciones inaceptables, ella le sustituye subrepticiamente, y logra ganar, aunque la gloria se la lleve el otro que es el que figuraba como jinete.
La historia no tiene nada de novedosa, porque seguramente hemos visto más de una vez esa relación entre una persona y un animal, pero sobre todo se puede extraer de ella esa fuerza de voluntad de vencer las dificultades que una chica joven encuentra en el camino de la vida y poder finalmente satisfacer su deseo y la meta que se ha propuesto a pesar de todo.
La película aprovecha como ambientación los bellos paisajes en los que se desenvuelve la narración de esta historia, tal vez previsible, pero no por ello deja de tener un cierto interés con momentos bastante emotivos, que tocan la fibra sensible del espectador, sin ser sentimentalista, sobre todo a partir del accidente que sufre Zoe, hasta llegar a la consecución del triunfo final.
El guion, basado en la novela de Christopher Donner, reparte los momentos dramáticos sobre todo en la parte última, gracias a la fluida dirección que lleva a cabo Christian Duguay
La protagonista está interpretada por tres actrices hasta llegar a la adolescencia en la que toma las riendas Carmen Kassovitz, hija del cineasta galo Mathieu Kassovitz, que le toca el momento más feliz del triunfo final.
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