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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta producción ha sido presentada en el recién terminado Festival de cine de terror de Sitges donde ha pasado sin pena ni gloria.
Cuando la teniente Kate Sinclair, piloto de la Royal Air Force, es derribada en Afganistán en 2017, encuentra refugio en un búnker subterráneo que es como un enorme laboratorio del ejército ruso, ahora abandonado, convertido en un auténtico laberinto donde se experimentaba con personas humanas, generalmente los árabes capturados, que terminaban siendo convertidos en auténticos monstruos que despertaban el terror, creados por el hombre, al ser compuestos por una mitad humana y otra mitad alienígena, extraídos de una nave extraterrestre caída en ese territorio, a los que llamaban los Devastadores.
Es perseguida por el ejército talibán al que hace frente, para terminar encontrando refugio en el citado edificio abandonado.
De forma accidental se rompe uno de los grandes contendores lleno de un líquido que conserva a una de estas criaturas, por llamarles de alguna manera, que comienza a perseguirla y a sembrar el terror.
La teniente Sinclair huye y encuentra un destacamento al que comunica lo que acaba de descubrir, a la que no creen, hasta que ellos mismos son víctimas de un ataque de esos seres, especie de zombis hambrientos de carne humana, generándose una batalla singular del enfrentamiento contra los monstruos.
Resulta así un argumento tan disparatado como previsible.
Los guionistas de los films del género de terror ya no saben qué inventar, por lo que se repiten constantemente en situaciones que no son nada originales.
Así ocurre con esta nueva cinta en la que la segunda parte es una batalla continua repetida hasta la saciedad y en la que nada resulta novedoso, que no se haya visto antes.
Al momento en que se cumplen veinte años de la realización de la película Dog Soldiers (2002), que fue la del debut de su director, Neil Marshall, muy adicto a estas producciones de terror de serie B, de presupuestos mínimos, nos regala otro film más o menos similar a aquel, aquí con una heroína como protagonista, en este caso la teniente Kate Sinclair que está interpretada por la agraciada actriz Charlotte Kirk, que se defiende bien en este papel que es pura acción, que también participa en la producción y el guion, aliada con el propio Neil Marshall, un director que por lo que se ve ha ido de más a menos que lleva a cabo aquí un guion realmente desastroso.
Producciones como esta no se pueden tomar totalmente en serio sino más bien como simples parodias de este trillado género con perfiles de caricatura de los personajes y cuyas imágenes están acompañadas por la percusiva partitura compuesta por Christopher Drake.
Su mayor virtud es que dura tan solo hora y media, algo nada frecuente en estos tiempos.
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