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CRITICA
Por: PACO CASADO
Héctor Olivera es uno de los directores argentinos más veteranos, de más interesante filmografía, pero que menos se conoce en España, aunque hayamos visto casi todas sus películas en el Festival de cine iberoameicano de Huelva.
Conocemos su comprometida trayectoria, denunciando siempre problemas políticos o sociales, como ocurría en 'La Patagonia rebelde' (1974), 'No habrá más penas ni olvido' (1983) o 'La noche de los lápices' (1986).
En todas el protagonismo recaía en los hombres.
Tras ocho años que hizo Una sombra ya pronto serás (1994), ha querido volver con una de las novelas más populares de la autora chilena Marcela Serrano, para realizar un melodrama, que no había hecho hasta ahora, centrado en la amistad de dos mujeres de clase media alta, amigas íntimas, que viven en la ciudad de Buenos Aires, que asumen el protagonismo absoluto del film, en torno a las cuales gira toda la trama.
Violeta Dasinski, restauradora de edificios, obsesionada con tener un hijo, comienza a sufrir abusos por parte de su esposo y ha matado a su marido tras recibir esos malos tratos.
A raiz de estos hechos las dos mujeres se dan cuenta de que no todo lo que hay a su alrededor es perfecto.
Su amiga Josefa Ferrer, cantante famosa, trata de sacarla del mal trance con la ayuda de su esposo, abogado, mientras que debido a su egocentrismo y egoismo familiar, va descuidando a los suyos y teniendo que enfrentarse a sus propios problemas, peo está segura de sí misma.
El guion trata con sutileza la radiografía de estas dos almas femeninas, extraídas de una novela escrita por Marcela Serrano, nada fácil de adaptar debido a su extensión y acumulación de excesivos personajes, que ha sido despojada del elemento político, centrándose en la relación de amistad y sin cebarse en los malos tratos, tema que podía haber acaparado el protagonismo en la denuncia de este mal social.
Se ha preferido acumular elementos policiales, románticos o trágicos en su lugar.
A pesar de ello el peso de la expresión literaria se hace notar.
No obstante el resultado es una película muy agradable de ver.
Un estupendo trabajo estelar, con bastante química entre las dos actrices, Cecilia Roth y Ana Belén, que son de dos caracteres diferentes, como las caras de una misma moneda, que eclipsan a los pocos hombres que entran a forma parte del reparto, siendo ellas lo más atractivo de esta cinta.
La dirección clásica de Héctor Olivera, narra el drama de forma pulcra, en la línea de calidad que ofrece el actual cine argentino.
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