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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque las películas de acción se llevan mucho este verano, 'Asesinato en la Casa Blanca' (1997) se sale un poquito de los trillados cauces, ya que se trata de un film policiaco, ambientado en la Casa Blanca, escenario que está de moda, lo que da entrada a poder mezclar lo criminal con los asunto de la política.
En el 1.600, que no es otro que el número de la avenida en que se encuentra enclavada la residencia presidencial, se ha cometido el asesinato de una joven, Carla Town, una empleada de 25 años.
El detective Harlan Regis, de homicidios, es asignado para investigar el crimen y Nina Chance, una agente del Servicio Secreto del citado domicilio, se encargarán de aclarar el asunto, no sin muchas dificultades por parte de algunos habitantes del lugar perteneciente al servicio secreto que trabajan en su contra, que tratarán de evitar que se vean implicados desde el Presidente hasta el último de sus más cercanos colaboradores, mientras que otros pretenden que ocurra todo lo contrario.
Finalmente Regis y Nina cooperan después de descubrir la existencia de un complot.
El hijo del presidente se presume como el primer sospechoso ya que tuvo relaciones sexuales con Carla.
Como un buen thriller que se precie, nada es realmente lo que aparenta en un principio.
El guion, confeccionado por Wayne Beach y David Hodgin, sitúa toda la parte de investigación al comienzo para dar entrada a la acción en el desenlace de la historia, que se ve potenciada al tener lugar en la intrincada red de túneles que hay en el subsuelo de la Casa Blanca.
No se usa la actual fórmula de acción cada diez minutos, persecuciones y efectos especiales, vengan o no a cuento.
El argumento está correctamente planificado, lleno de giros que complican la trama añadiendo interés pero ponen mayores dificultades al trabajo del protagonista, mezclando el cine de investigación y suspense con la intriga política que viene a enredar algo más el asunto.
Dwight H. Little, que ya tiene experiencia en esta clase de cine, adquirida mediante sus anteriores cintas como 'Señalado por la muerte' (1990) y 'Rapid Fire' (1992), dota a la película de la tensión requerida en su argumento y aunque su puesta en escena no sea muy novedosa, sí al menos resulta eficaz, ayudada por la banda sonora de Christopher Young que potencia esta historia, en algunos momentos algo convencional, que resulta al menos entretenida.
Posee un buen trabajo de los secundarios que superan en esta ocasión a la pareja protagonista.
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