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CRITICA
Por: PACO CASADO
Daniel Calparsoro se formó cinematográficamente en Estados Unidos y volvió a España influenciado por el cine violento de Quentin Tarantino que trató de acoplar a la violencia existente en su país vasco en su ópera prima 'Salto al vacío' (1995), que resultó tan hueca como su título.
En su segundo film, 'Pasajes' (1996), intentó reflejar el mundo de los seres marginales que huyen de la realidad y persiguen ideales imposibles, que tampoco resultó ser redondo.
La tercera prueba fue con 'A ciegas' (1997), donde quiso mostrar la cara fea del terrorismo, con situaciones bastante absurdas que estaban injustificadas y peor enjaretadas.
La verdad es que tantas ilusiones como se tenían puestas en este joven realizador vasco y hasta ahora ninguna había cuajado cinematográficamente.
No perdíamos la esperanza y tras trasladarse a Madrid, ciudad a la que dedica esta nueva cinta, parecía que la cosa había cambiado, haciendo una película más normal.
Aquí nos cuenta la historia de tres jóvenes de clase media que para salir de su aburrimiento, recurren a cometer pequeños delitos para divertirse y así hacer pasar el tiempo.
Pero en una ocasión Charly es cogido con las manos en la masa y es condenado a pasar un tiempo en la cárcel.
Durante ese período en prisión, Lucía comienza a vender drogas y mientras tanto Chino saca unas oposiciones y entra a formar parte de la policía.
Cuando Charly sale de la trena, hace que Lucía le ayude a cometer delitos algo mayores, lo que le crea un problema de conciencia a Chino en cómo actuar ante las actividades que llevan a cabo sus amigos.
Una vez más de nuevo elige a unos seres marginales, Lucía, Chino y Charly, tres jóvenes que tratan de buscarse la vida como pueden, ella vendiendo drogas y ellos, rateros de poca monta que sueñan con dar un golpe fuerte y marcharse a vivir a Holanda.
La amistad entre los dos chicos hace que compartan la misma mujer, pero el amor se introduce por medio.
Como igualmente se mete un policía corrupto, el mundo de los chivatos que contactan con la policía, una madre drogadicta, todo ello en una luminosa ciudad de Madrid, como símbolo de la gran urbe y sus barrios marginales donde cualquier cosa puede ocurrir en el momento menos esperado.
Son personajes de una sola pieza, que están muy poco matizados y definidos.
El guion de Santiago Tabernero, Frank Palacios y Daniel Calparsoro, se rompe a poco de comenzar y aunque desde la dirección parece dominar bien el cine de la violencia y poner garra en la puesta en escena de las secuencias más fuertes, a veces resulta ésta gratuita y parece que la emplea para dar más fuerza y epatar al espectador.
Están mucho mejor los personajes masculinos que los femeninos, pero ninguno queda bien definido, no obstante a pesar de todo.
Algo parece que ha mejorado en la realización de su cine, pero no acaba de cuajar con un film correcto y bien hecho como en principio se esperaba de él.
Tal vez cuando encuentre un buen guion será otra cosa y puede que así lo logre algún día.
Éste estuvo nominada al Goya la banda sonora.
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