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CRITICA
Por: PACO CASADO
Continúa la costumbre de los productores norteamericanos de seguir llevando a la pantalla las novelas de terror del escritor Stephen King, autor de obras de suspense, género que está muy de moda entre los espectadores más jóvenes aficionados a pasar miedo en una sala de cine.
Sin ir más lejos hemos visto en esta misma temporada 'La zona muerta' (1983) y 'Christine' (1983), entre otras, que salieron del soporte literario de ese autor.
No siempre se ha llevado al cine su literatura con igual fortuna y nos da la impresión de que cada vez ocurre de forma peor.
Atrás queda la inolvidable 'Carrie' (1976), llevada a cabo por Brian de Palma o 'El resplandor' (1980), de Stanley Kubrick, que aunque no fuera de lo mejor de su filmografía, era un producto todavía bastante aceptable.
En cambio con menor calidad se han vertido al celuloide los dos títulos citados anteriormente 'Christine' (1983), dirigida por John Carpenter o 'La zona muerta' (1983), realizada por David Cronenberg.
Y ahora nos llega 'Los chicos del maíz' (1984), que es la adaptación del famoso cuento de Stephen King, que narra una extraña e increíble historia, en la que unos niños del pequeño pueblo norteamericano de Gatlin, en Nebraska, acaban dando muerte a todos los adultos de la localidad, guiados por el fanatismo de una secta que practica un culto religioso que capitanea Isaac, un joven e imberbe adolescente, de 12 años, que cree que todas las personas mayores de 18 años deben ser asesinadas, para regar con su sangre el maíz.
Como se puede observar, el relato cae por su base.
Todos los esfuerzos que hacen por luchar contra ellos una joven pareja, compuesta por Burton un médico y Vicky su compañera, que viajan por el interior de los Estados Unidos, que se pierden y pasan por allí, resultan en vano, ante la escasa consistencia de esta historia.
Una malévola fuerza surgida de los campos de maíz que alcanza hasta donde llega la vista, los ha poseído a todos.
De nada sirven los efectos especiales empleados, el logro de alguna que otra secuencia con cierto suspense o terror, si lo que se nos cuenta no hay quien se lo crea, no obstante crea una atmósfera inquietante y un morboso ambiente que engancha al espectador en determinados momentos.
Con un presupuesto que no alcanza el millón de dólares, llegó a recaudar más de catorce, sólo en los Estados Unidos.
Está protagonizada por el televisivo Peter Horton y una Linda Hamilton que en este mismo año saltó a la fama gracias a su papel de Sarah Connor en el taquillazo que supuso 'Terminator' (1984).
La película pronto se convirtió en una de culto para los seguidores del género de terror, que supuso el debut del desconocido Fritz Kiersch como director de un largometraje, que no tiene el pulso suficiente como para que una historia tan endeble mantenga el interés, más que en contadas ocasiones.
La versión final del director fue cortada y reducida en varias escenas para la distribución definitiva.
Premio al mejor film en el Festival de Bruselas.
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