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CRITICA
Por: PACO CASADO
El movimiento cinematográfico más esencialmente social es indudablemente el neorrealismo.
La situación de la Italia de la posguerra, y sobre todo el punto de vista, la actitud estética de sus realizadores y guionistas, fue caldo de cultivo ideal para que surgiera uno de los más fructíferos estilos de cine.
En cada uno de los directores italianos se encuentra este campo del neorrealismo, una idea superior que domina su producción.
En Vittorio de Sica es la solidaridad humana, y la expresa, como dice Henry Agel con "todos los elementos plásticos que convergen a la vez para producir una ola de profunda melancolía".
En pocas palabras se explica esta película como lo hace su director Vittorio de Sica: "He sufrido y por ese motivo amo a los que sufren".
En la época de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, a Antonio Ricci, un hombre humilde, sin empleo, un trabajador, le roban su bicicleta, que ha comprado con gran esfuerzo para poder trabajar pegando carteles por toda la ciudad, y sin demora se lanza a buscarla en compañía de su hijo pequeño, Bruno, porque sabe que sin ella no podrá mantener su trabajo.
Finalmente ese hombre en su desesperación, roba una bicicleta.
Este es el argumento.
Entre uno y otro hecho, bajo una impresión de plomiza monotonía, tenemos todo el dolor, la soledad íntima y la creciente desesperación de un ser humano.
Se muestra también la relación paterno filial del padre abrumado ante esas circunstancias con su hijo, la tiempo que se muestra una imagen desgarrada de la pobreza en que quedó Italia tras el fin de la guerra.
Los dos actores principales, no profesionales, Lamberto Maggiorani en el personaje del padre y Enzo Staiola como Bruno, su hijo, con su dulce sonrisa, están francamente bien.
Tanto Vittorio de Sica desde la dirección como Cesare Zabattini con el guion, forman un tandem que muestran una gran sensibilidad y buen hacer desde el punto de vista cinematográfico.
Es quizás la obra de arte más importante que ha producido el cine italiano.
Bajo el cielo de Roma, un hombre, Vittorio de Sica, ha hecho universales a un limpiabotas, un ladrón de bicicleta y un viejecito mientras en Milán, Totó el bueno, parte a caballo de su fantasía, hacia un mundo donde decir buenos días signifique realmente desear buenos días a los demás.
Oscar honorífico. Globo de oro, Bafta, premio del CEC, Premio Kinema Junpo a mejor film extranjero. Premio humanitario y mejor guion en la Isla de Faro. Seis nastro d'argento. Premio especial del jurado en Locarno. Premio NBR a mejor cinta, dirección y Top Ten. Premio de los críticos de Nueva York.
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