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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las cosas que más hemos admirado siempre en el cine americano es la gran capacidad de autocrítica a la hora de plasmar en la pantalla cualquier tema, ya sea el más profundo y vidrioso o el más tonto y superficial que se pueda imaginar.
Lo mismo se critica el sistema político, la democracia, el problema de la delincuencia, que la forma de hacer que el espectador se ría de sí mismo o hasta de su propia sombra.
Es frecuente que los actores cuando siguen el método del Actor's Studio, para meterse en la piel de un personaje, vivan durante algún tiempo cómo lo haría el sujeto en cuestión.
Por ello, con cierta asiduidad, para hacer el papel de un policía, se meten en una patrulla para poder vivir con realismo las verdaderas emociones y después poder expresarlas mejor en la ficción de la pantalla.
Ese es el tema de esta comedia, género que no está muy brillante en cuanto al hallazgo de ideas nuevas últimamente, por lo que es de agradecer esta ocurrencia, que por cierto lo teníamos delante de nuestras narices y no nos habíamos dado cuenta.
Aquí se trata de Nick Lang, un actor de Hollywood de éxito, joven, bajito, con una gran fama, harto de intervenir en comedias, quiere hacer un héroe de las producciones de acción, interpretando a un duro policía.
Para que su papel sea más realista pide al alcalde de la ciudad poder ingresar temporalmente en una de esas patrullas y pegarse a los talones del mejor policía de Nueva York y el más famoso, el teniente John Moss, que va detrás de un peligroso criminal que asesina a sangre fría llamado el aguafiestas, para así poder vestir mejor su papel a interpretar en la próxima película que tiene que hacer.
Este policía, indignado, tendrá que soportar al patoso actor y a la vez perseguir a ese maníaco.
El contraste y la comicidad surge cuando el duro policía no quiere llevar detrás de sí al blandengue actor, que no hace más que formularle preguntas impertinentes, meter la pata en cualquier instante y hasta casi quitarle la novia a este agente de la ley.
Este mismo contraste es el que surge en la realidad de la pantalla entre un buen actor como James Woods, acostumbrado a hacer papeles de duro, y Michael J. Fox, uno de los intérpretes más comerciales en estos momentos, que se ha prestado a hacer una hilarante y expresiva caricatura de sí mismo en el personaje del joven actor famoso Nick Lang en esta historia de ficción.
El director John Badham, que está habituado a realizar films de acción, borda las secuencias más interesantes de este género, mientras que por otra parte flojea en las que se centran en el aspecto cómico.
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