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CRITICA
Por: PACO CASADO
A Michael Cimino le llegó muy pronto el éxito, puesto que con su segunda película, 'El Cazador' (1978), consiguió el Oscar, pero también el fracaso, ya que con su siguiente film, La puerta del cielo (1980), le convirtió en un realizador maldito para la industria cinematográfica, al arruinar a la productora United Artists.
Esto le ha llevado a hacer tan sólo siete títulos en veinte años de carrera y a tener que aceptar producciones de encargo.
Hacía seis que hizo '37 horas desesperadas' (1990), y ahora con 'Sunchaser' (1996) parece que vuelve a recuperar de nuevo su perdido prestigio.
En la cinta se mezclan elementos de varios géneros, lo que le convierte en un híbrido de road-movie, western, acción y drama. De todos ellos hay en esta historia de Michael Reynolds un ambicioso médico, un rico oncólogo que está a punto de conseguir su meta soñada, cuando es secuestrado por Brandon Monroe uno de sus pacientes, un joven de 16 años de origen navajo fugado de la cárcel, que padece un cáncer en fase terminal, que sueña con poder volver a su territorio, a un lago de aguas mágicas que, según la tradición, sana quienes se sumergen en él.
A lo largo del camino, van a tener ocasión de conocerse mejor mutuamente.
Resignado el doctor y movido por su vocación médica, termina por no querer abandonar a su paciente y tratar de mantenerlo con vida.
Conforme va conociendo a fondo las costumbres del pueblo navajo se siente más atraído.
El chico acaba comprendiendo también a su doctor a su modo.
Hay pues un doble viaje, el material que les lleva por los desiertos de Arizona, y el espiritual que hace cada uno al alma del otro.
La película, que comienza con el ambiente claustrofóbico del hospital, finaliza en los espléndidos paisajes a cielo limpio. Parece como si Michael Cimino, que admira profundamente el cine del oeste, se haya convertido en el legítimo heredero de los espacios abiertos que tanto amaban realizadores como Anthony Mann o Raoul Walsh.
En el capítulo interpretativo se recupera a un Woody Harrelson, que abandona los papeles de comedias y se mete cada vez en asuntos más dramáticos de los que sale bastante airoso, y al que le presta buena respuesta Jon Seda en el personaje del delincuente enfermo.
Unas breves intervenciones de dos actrices tan diferentes como Ann Bancroft y Talia Soto, ilustran este aceptable film que pone en camino de recuperación y restablecimiento a un interesante Michael Cimino.
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