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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si hay una literatura soviética de la desestalinización, esta película pertenece a ese mismo género, con un tratamiento cómico, pero con una profunda raíz de comprensión hacia una situación internacional que, a la larga, y día a día, se comprueba que irá haciendo desaparecer los temores y la desconfianza entre los pueblos que se desarrollan.
No cabe duda que la libertad y la civilización ayudan al amor.
Por eso los grandes problemas de hoy del mundo se refieren siempre a la relación con países subdesarrollados.
El contacto hombre a hombre hace derruirse todas las barreras de odio que hayan sido impuestas por la propaganda o por la alta política.
Aquí se trata de una graciosa comedia que presenta el accidente de un submarino ruso que encalla en las costas de Nueva Inglaterra en los Estados Unidos.
Los marinos rusos acuden a los norteamericanos en demanda de ayuda y la imaginación popular de algunos aldeanos se ponen nerviosos y transforman en una invasión, lo que no es más que una arribada forzosa con petición de auxilio.
La parte satírica de carácter político queda envuelta en una divertida aventura de contenido humorístico y de matices humanos.
No es tan simple la situación como nos la plantea el argumento de este film, pero no hay que olvidar que el interés del mismo es desarrollar un tema simplemente cómico.
Luego viene detrás el enriquecimiento ideológico.
Por tanto, aumenta el valor de la cinta, que puede parecer que está falta de rigor si se analiza a la manera inversa.
William Rose escribe un fino guion, adaptando la novela de Nathaniel Benchley, bien tramado, y dando muchas posibilidades al director.
Norman Jewison aprovecha esas posibilidades, también de una manera muy contenida.
No quiere llevar al extremo la situación bufa, ni tampoco forzar el serio problema planteado.
Este equilibrio de fondo y forma es una de las características de la comedia norteamericana, de la cual esta película es un típico ejemplo.
Hay una buena realización e interpretación completa de todos los personajes, abundando los momentos jocosos que provocan la hilaridad del espectador.
La selección de actores, alejada de las estrellas muy cotizadas, resulta estupenda, con un reparto muy completo y admirable, destacando Carl Reiner y Alan Arkin, entre ellos.
Por su parte Joseph Biroc ha cuidado muy bien la fotografía logrando bellos efectos sin excesivos virtuosismos.
Globo de oro a la mejor comedia y a Alan Arkin. Nominada a cuatro Oscar ya a dos Bafta. Premio NBR. Premio Photoplay. Premio WGA.
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