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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director de 'El marido de la peluquera' (1990) vuelve de nuevo a hacer un film de época, tras 'Ridicule. Nadie está a salvo' (1996).
La historia que nos cuenta esta vez se ambienta en el año 1850, en una peque colonia francesa, en la isla de Saint-Pierre, cerca de Canadá y se basa en un hecho real.
Un marinero borracho da muerte a un hombre y es condenado a morir en la guillotina.
Pero ni este instrumento de muerte, ni el verdugo existen en la isla, han de venir de fuera y tardan varios meses en llegar. Entre tanto es metido en una fortaleza militar a cargo de un capitán, cuya esposa hace amistad con él y trata de rehabilitarlo e interceder por que le perdonen la vida.
Al cabo de ese tiempo el hombre al que hay que matar ya no es el mismo que un día fue accidentalmente un asesino, incluso se ha convertido en un hombre bueno, en un héroe popular, un ser indispensable, que ha salvado una vida, se ha casado y su esposa espera un bebé.
Pero la espada de la justicia pende sobre él y tanto su capitán carcelero como su esposa, se juegan su vida por salvarlo.
¿Si se hiciera un nuevo juicio se le condenaría?.
¿Ha pagado ya su delito?
Es un drama romántico, de amores imposibles, conmovedor sin llegar a la lágrima, con una perfecta ambientación, al mismo tiempo que un claro alegato contra la pena de muerte, sin necesidad de emitir manidos mensajes.
En el reparto encontramos a una extraordinaria Juliette Binoche y un Emir Kusturica en su primer papel protagonista que da una gran sinceridad a su personaje.
La dirección de Patric Leconte cuenta con un buen guion, exacta reconstrucción de la época y logra una hermosa película.
Premio Christopher. Premio Sant Jordi a Daniel Auteuil. Premio de la crítica en el Festival de Moscú.
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