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CRITICA
Por: PACO CASADO
No deja de ser curioso que el cine europeo, que ataca siempre al americano, sobre todo en el género de acción superficial y de efectos especiales que se hace últimamente, cada vez que tiene ocasión trata por otro lado de imitarlo.
Uno de los casos más sorprendentes es el de esta película, de una cinematografía tan seria y reflexiva en todas sus producciones como es la sueca, que se dedique a hacer un film de acción a la americana.
Elige para ello a actores, algunos de esta nacionalidad, que están afincados en el cine americano, como es el caso de Peter Stormare o de Lena Olin y se convence a uno genuino como Mark Hamill para que haga de traidor yanqui, para cubrir las apariencias.
La cinta se basa en dos novelas de acción de Jan Guillou y se le encomienda la dirección a un joven director noruego, de 31 años, realizador de spots publicitarios, que debuta en el cine con esta producción, y se le pone en sus manos uno de los presupuestos más elevados del cine sueco en muchos años.
El resultado es un correcto producto de acción a la antigua usanza en el que la puesta en escena se las ha ingeniado para aprovechar escenarios naturales y conseguir que sirvan de forma eficaz al argumento.
Se trata de un par de misiles, lo suficientemente potentes como para destruir París, Washington o Nueva York, que han sido robados de Rusia, impedir que pasen a través de Suecia con destino a Libia, misión que lleva a cabo el Comandante Carl Hamilton.
El guion no ha escatimado en violencia, sobre todo con cierta crueldad en la primera parte, con el asesinato a sangre fría de los ladrones, para evitar dejar rastro de que la operación ha tenido lugar.
Película de acción realizada con oficio que cumple su objetivo propuesto que no es otro que el de entretener sin más pretensiones.
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