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CRITICA
Por: PACO CASADO
Claude Chabrol es uno de los directores más interesantes de la Nueva Ola Francesa, que de vez en cuando se dedica a hacer un cine comercial, que le sale mal, mientras que otras veces es capaz de conjugar un tema de interés con esa mis comercialidad y hace una película genial.
Le gustan los casos reales, y así su filmografía está llena de títulos como Landrú (1963), sobre un asesino que se cargó a once mujeres y terminó muriendo en la guillotina, o Prostituta de día, señorita de noche (Violette Nozière) (1978) la historia de esta mujer que envenenó a su padre y terminó de idéntica manera.
Ahora vuelve a elegir otro caso real, en el que cuenta la historia de Marie Latour, la última mujer que murió en la guillotina en Francia, el 30 de julio de 1943, por efectuar prácticas abortivas, en un país como el galo, durante la ocupación, cuyo lema es "Trabajo, familia y patria" sufriendo así un castigo desproporcionado para un delito indudable.
Hay otra cuestión en este film y es que el relato se desarrolla en el ambiente de una pequeña burguesía y en la provincia francesa, dos aspectos que conoce perfectamente el director Claude Chabrol, por lo que logra una estupenda ambientación de la época.
Marie Latour era una mujer casada, con dos hijos, con su marido luchando en el frente, que un día ayuda a abortar a una vecina, haciéndole un favor.
La operación sale bien, se corre la voz y acuden más mujeres para que les ayude en esa cuestión y con ello saca un dinero que le viene muy bien a su corta economía, lo que le supone poder cambiar de piso y mejorar así su medio de vida, viéndose, casi sin quererlo, de la manera más normal y casi ingenua, metida en el delito.
Ella fue la víctima propiciatoria para hacer un escarmiento público para restablecer la moralidad en el país y quedar bien ante el invasor presumiendo hipócritamente de restablecer algo que se había perdido.
El guion, siguiendo el relato histórico, se interesa también por la crítica acerca de la actitud de los hombres cuando la situación llega a un límite y los principios morales se tambalean.
Hay que dar un escarmiento y paga el pato Marie, la protagonista de esta historia, cuando es esa misma sociedad la que permite, calladamente, su actividad.
Para el personaje de Marie, Chabrol encontró a la actriz ideal en Isabelle Huppert que, con su estupendo trabajo consiguió dos premios: el primero en la Mostra de Cine de Venecia 88 y el segundo en la Semana de Cine de Valladolid, donde la cinta logró también la Espiga de plata.
Una película interesante con negros perfiles, con dureza en sus imágenes, sobre todo en la parte final.
Un film realizado de forma veraz y sincera, sobrio en la puesta en escena, sin concesiones a la galería, que nos reencuentra con el mejor cine de Claude Chabrol.
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