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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde 1900 en que L. Frank Baum escribiera el primer libro sobre "El mago de Oz", han sido varias las versiones que, iniciadas en el cine mudo y posteriormente en el sonoro, se han llevado a la pantalla.
La más famosa de todas y a la vez la más conseguida, la de Victor Fleming en 1939, con Judy Garland, que hizo universal la canción "Sobre el arco iris" y la más reciente "El mago", de Sidney Lumet con actores de color en versión musical.
Ahora los estudios Disney vuelven a incidir sobre el tema, no haciendo una nueva versión sino eligiendo otros relatos que pueden ser como una continuación, en que la pequeña Dorothy vuelve a Oz y se encuentra todo destruido sin vida sus antiguis amigos, el espantapájaros, el león miedoso, el hombre de hojalata y el camino de baldosas amarillas, debido al poder del Rey Gnomo y la malvada princesa Mobi, con los que tendrá que luchar en compañía de nuevos amigos, como el robot Tik-Tok, Jack con su cabeza calabaza, la gallina Dillina o el indestructible Cabezón.
El esfuerzo ha sido grande a juzgar por los siete años de trabajo en efectos especiales y similares y los treinta y tres millones de dólares invertidos, pero se ha cometido el error de encargar el proyecto a un director artesanal y novato, antiguo técnico de sonido, faceta por la que incluso fue galardonado con un Oscar, pero sin experiencia en su nuevo trabajo, que queda romo, sin ritmo, con exceso de diálogos y confuso en la exposición en imágenes, lo que malogra el resultado final que resulta plúmbeo y sin elegancia para el derroche de medios con que ha contado.
Fairuza Balk tiene gracia y atractivo pero no mucha oportunidad de lucimiento.
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