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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dos cowboys, llamados Ben y Howley, ya un poco maduritos, son amigos inseparables y forman una pareja perfecta de domadores de ganado, especialmente de potros salvajes.
Dado que ya no son unos niños, sólo piensan en ganar un poco de dinero, el suficiente para poderse retirar algún día con lo ahorrado, cosa que hacen durante la época invernal, pero que inevitablemente se lo gastan todo durante el verano.
Ellos sueñan con una dorada isla tropical donde poder pasar el resto de sus vidas sin otras preocupaciones.
Han recibido una tentadora oferta: les pagan a buen precio todas las reses que consigan reunir durante el invierno.
Un buen día, alguien que no podía abonar sus servicios, les entrega como pago un precioso e indomable ejemplar de potro ruano, que incluso para ellos, que son unos expertos, les es difícil poder domar.
Ven pues en esto el negocio de su vida, ya que lo dedican a hacer apuestas si alguien es capaz, si quiera, de poder montar a tan indómito animal, que es más inteligente que ellos dos juntos.
Esta es la primera película que nos llega a España del joven director Burt Kennedy, que hemos ido a ver con cierto interés.
En él hemos encontrado todo el entusiasmo y los defectos propios de su inexperiencia y juventud.
Junto al interés de hacer algo nuevo, distinto, hasta el punto de llegar a tomar planos sujetivos de los protagonistas con la cámara desde lo alto de un caballo, que pueden tener más o menos interés u originalidad.
Por otra parte su inexperiencia, tanto en el terreno del guion como en la dirección, le ha llevado a equivocarse en una cosa fundamental en el género de la comedia como es el ritmo.
Una comedia no se puede filmar a un ritmo lento, majestuoso, como si estuviera narrando un film de época con un gran lujo de vestuario y en suntuosos decorados.
La comedia es algo más vivo, más dinámico, por ello esta cinta en cuestión parece muerta, ya que tan sólo sale de su ramplonería y lentitud en algún que otro momento, con algo de chispa cómica con más o menos gracia.
Peca por otra parte en ser reiterativo en las situaciones y en la construcción de las mismas.
Glenn Ford está bien en su papel de comedia, un género al que está acostumbrado, mientras que a Henry Fonda no le va tan bien, pero tanto el uno como el otro, ambos son las estrellas principales de esta historia sobre los que recae todo el peso de la interpretación, que hacen todo lo más que pueden con sus respectivos personajes.
Tiene una aceptable fotografía mientras que la música nos parece algo vulgar.
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