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CRITICA
Por: PACO CASADO
La parábola del ingenuo salvaje inmerso en la civilización moderna, es llevada aquí hasta sus últimas consecuencias.
Este tema se ha tratado en muchas ocasiones en la literatura y en la pantalla y ésta es una más de ellas.
Un agente de bolsa, llamado Stephan, descubre que tiene un hijo, Mimi Siku, viviendo en el corazón de la selva venezolana.
Se toca dicha parábola a través de ese hombre que va en busca de Patricia, su esposa, a las selvas de Venezuela a donde se marchó hace trece años, para que firme su divorcio y se encuentra que entre tanto ésta ha tenido un niño que tiene 13 años, a quien le promete llevarle a París cuando sea mayor.
Stephan se encuentra atrapado en el pueblo durante dos días.
Pero en un acto de la tribu en la que vive se le considera ya mayor al día siguiente y tiene que cargar con él.
Todas las travesuras que este pequeño salvaje comete en una gran ciudad, desde comerse los valiosos peces de colores del socio de su padre hasta matar las palomas de la vecina con un arco y una flecha o escalar la Torre Eiffel, constituyen el núcleo central de esta comercial película que se ha situado la número uno de los films franceses del año en su país, batiendo todos los récords de recaudación y espectadores, superando a 'Los visitantes' (1993).
La idea en principio es buena, pero la realización y puesta en escena no le saca todo el partido a las abundantes situaciones cómicas a que da lugar el argumento.
La cinta no obstante hace pasar un rato agradable tanto a los mayores, con la sana crítica a las prisas y el estrés de la vida moderna, mientras dejamos a un lado otros valores más importantes como los hijos o la familia, como a los niños que se divierten con las aventuras del pequeño protagonista.
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