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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras haber hecho 'Las dos orillas' (1987) y 'Dime una mentira' (1993), Juan Sebastián Bollaín se llevó media docena de años acariciando este ambicioso proyecto de poner en imágenes la vida del torero Juan Belmonte, a quien conoció de pequeño, y con el que su padre tenía una gran amistad.
Sevilla, 1913, Juan, un muchacho enclenque y tímido, trata de abrirse camino en una pandilla de marginados que disfruta vengando ante el mundo su miseria, cuando desafían a las vacas y a los toros por las noches en los corrales y cercados.
Calderón, un viejo torero, se fija en él, en sus raras maneras, en su actitud apasionada y guiado por una estrecha obsesión, introduce a Juan en el terrible camino de ser torero.
En poco tiempo Juan Belmonte, llega a ser un héroe en su tierra, pero su gran reto será enfrentarse a Joselito en la plaza más importante de Madrid.
Por fin ha podido aprobar, con buena nota, esta asignatura pendiente y su sueño se ha hecho realidad.
A Juan Sebastián Bollaín le interesan dos cosas de este singular personaje que revolucionó el mundo del toreo: el hombre y el artista.
Tal vez lo primero más que lo segundo.
Considerado como un genio por Ernest Hemingway, relacionado con los intelectuales de su época, Julio Camba, Ramón María del Valle Inclán, etc., el hijo del quincallero supo salir de la nada y convertirse en una gran figura del toreo.
Mujeriego, tímido pero seductor, tuvo mala suerte con las mujeres y hubo de mantener una tremenda pugna con otra gran figura de su tiempo, Joselito el Gallo, con el que al parecer tenía buena amistad, pero con quien sostenía una rivalidad a muerte en la plaza.
El día que éste murió, cogido por un toro en Talavera, se fue algo suyo y comprendió que pocas cosas más había de interés en este mundo.
El que se ocupe más por el hombre que por el torero no quiere decir que descuide este aspecto de la fiesta, que también está presente en la película, aunque a los puristas del toreo, posiblemente, les gustaría que remarcara o hiciera más tangibles las diferencias en la forma de torear de Joselito, con su toreo más clásico, a la antigua usanza, con respecto a Belmonte, más estático y revolucionario con respecto a su época en el arte de torear.
"O te quitas tu o te quita el toro", le decía Calderón, su apoderado.
Eso era lo que no entendían los públicos de su tiempo, y éste le ha dado la razón, inventando la fiesta nacional tal como se conoce hoy día.
El film posee un guion bastante equilibrado en todos los sentidos, cuidando la ambientación y los más mínimos detalles.
Quien más nos gusta en el capítulo interpretativo es Jesús Bonilla, seguido de Achero Mañas, bastante sobrio, dando bien el parecido físico de Belmonte joven, y Lautaro Murúa de mayor.
Una cinta que ha contado con un gran presupuesto, la más cara de las realizadas en la Comunidad Autónoma Andaluza, buena dirección y estupenda música de Antoine Duhamel, el compositor de François Truffaut, que ilustra perfectamente los momentos más emotivos de la película.
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