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CRITICA
Por: PACO CASADO
De todo el cine europeo es el francés el que con más asiduidad cultiva el género policiaco habiendo dado notables muestras de este género siempre con el cine norteamericano como ejemplo.
El director francés Alain Corneau con su segundo largometraje hace una película que bien puede entrar en el género policiaco, aunque con la salvedad de estar ambientado en una pequeña ciudad de provincias, con lo que se rompe la tradición de la gran urbe como ambiente habitual de este tipo de historias policíacas.
El comisario de la policía de Orleans, a cuya esposa, que lleva años postrada en un sillón de ruedas, le debe no sólo su fulgurante carrera, sino también una sólida posición social, tiene una amante, Silvia, un joven que ahora se dedica a la decoración pero que antes tuvo un historial delincuente en el que figuran las drogas, el robo y la prostitución.
El inspector Marc Ferrol, un hombre solitario, que es la mano derecha del gran jefe, conoce circunstancialmente a Silvia y se enamora de ella, iniciándose una íntima convivencia.
Cuando la muchacha aparece asesinada, todas las sospechas recaen sobre un personaje cuya descripción corresponde a Ferrol, quien paradójicamente, tiene que encargarse de la investigación del caso.
Film policiaco de bastante éxito en Francia en el momento de su estreno que, sin embargo, peca de una acción excesiva, con demasiados personajes que complican su comprensión.
Alain Corneau ha buscado en su obra un tono psicológico, con un detallado diseño de sus principales personajes, como el policía protagonista, la esposa inválida, de su superior o de la joven amante.
Parece cada vez más difícil descubrir nuevos temas en el género policiaco, pero no obstante, de vez en cuando nos encontramos con algunas combinaciones de los mismos elementos combinados de manera distinta que parecen nuevos.
Es el campo narrativo el que acaso le falla al autor, con una excesiva duración en la histoia y unas ciertas lagunas en el interés de la acción.
La excelente interpretación de todos, con un sobrio Yves Montand, supone un acierto en una obra cuidada y de buen estilo, a la que sólo falta una mayor veteranía y solidez profesional en su director, que logra una cinta sobre la temática del falso culpable que hace prometer futuras películas más logradas de su autor.
César al mejor montaje. Mejor actor Yves Montand en el Festival de Taormina.
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