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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al igual que los relatos de Karl May han servido de argumentos para la gran cantidad de producciones de aventuras al cine alemán, los americanos emplearon al novelista Julio Verne.
Como escritor de novelas para la juventud podíamos ponerlo a la cabecera, ya que sus obras ilustran y enseñan a los jóvenes a los que entusiasman sus relatos de aventuras, al mismo tiempos que asimilan las dosis de cultura que hay en sus páginas.
Julio Verne se puede considera desde el punto de vista cinematográfico padre de la ciencia ficción en la pantalla, ya que podrán recordar perfectamente el corto 'Viaje a la luna' (1902), de George Melies, que se proyectaba delante de la película' La vuelta al mundo en 80 días' (1956), de Michael Anderson.
Como se ve, desde los comienzos del cine está siendo Julio Verne trasladado a la pantalla.
Pero a pesar de todo y del paso del tiempo que hace que se están rodando films sobre sus obras, pocos han sido los que las han llevado con gran fidelidad a la pantalla; sabemos también que sus cintas tienen mucho trabajo de realización en trucos, efectos especiales, trasparencias, etc. y que a pesar de los adelantos cinematográficos, no por ello dejan de presentarse grandes dificultades en su adaptación.
No obstante ahora que se prodigan tanto los temas de ciencia ficción no cabe duda que los asuntos futuristas de las novelas de Julio Verne resultan ya un tanto ingenuas.
Pero dentro de su intrascendencia argumental siguen entreteniendo a un público poco exigente.
Una ciudad, situada al pie de un volcán, ha sufrido fuertes temblores acompañados de extraños sonidos.
Un científico, su hija y su futuro yerno, junto a un agente del gobierno, viajan en globo sobre el cráter para investigar el fenómeno.
Derribados por un cohete, van a parar al Albatros, una misteriosa nave aerostática capaz de volar, desde la que su intrépido capitán intenta destruir la violencia de los pueblos.
Según su enigmático capitán, han sido hechos prisioneros, porque no puede consentir que revelen al mundo todo lo que han visto y lo que tendrán ocasión de contemplar en adelante.
A esto se reduce la narración entre un continuo contraste de paisajes naturales que mantienen, no siempre con exactitud, el clima ambiental e imaginativo de unos sucesos que acaban con el triunfo de los buenos.
En este caso se han tomado dos novelas, El dueño del mundo y Robur el conquistador, de Julio Verne para hacer el guion.
El relato resulta fluido pero realizado con oficio, sin imaginación e inventiva a la hora de ponerlos en imágenes.
La película está falta de un equilibrio que compense las largas escenas que hay a lo largo de toda ella y la teatralidad de las mismas.
Es interesante el reportaje que se inserta antes del film en el que se le enseña al espectador los comienzos de los primeros pasos del hombre por el aire en su intento por imitar el vuelo de los pájaros.
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