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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia ideada por Edgar Rice Burroughs en 1912 acerca de un niño criado en la selva por monos, ha sido llevada al cine en multitud de ocasiones, siendo el más emblemático Tarzán el incorporado por el atleta Johnny Weissmuller en los años treinta. Los demás han repetido los mismos esquemas sin efectividad. Incluso se hizo una versión algo erótica en 1981 con Bob Derek como Jane.
De todas ellas la más destacable es la que en 1984 se hiciera con el título de 'Greystoke: La leyenda de Tarzán, el rey de los monos' (1984), que es la que más fiel se adaptaba a la historia.
Ahora con esta producción alemana, que se quiere hacer pasar por americana, se pretende que sea una continuación, pero nada más lejos de la realidad, a pesar de que retoma la historia en el punto en que la dejara aquella.
Cuando Tarzán ha vuelto a la civilización y está a punto de contraer matrimonio, tiene una extraña visión que le hace regresar a la selva a defender la ciudad perdida del saqueo de unos cazadores que no sólo quieren llevarse a los animales, a los que suelta nuestro héroe, sino también el oro que allí se encuentra.
En esta historia da igual que fuera Tarzán o cualquier otro personaje el que la lleva a cabo, ya que el héroe aparece la mayor parte del tiempo en calzón corto y tan sólo al final usa su característico taparrabos y da algunos de sus personales gritos.
Para distinguir esta moderna producción se usan los efectos especiales al final donde crece un poco la emoción y la aventura, pero el resto es de lo más aburrido y previsible.
Por supuesto ni Casper Van Dien ni Jane March dan el tipo de los personajes respectivos que encarnan.
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