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CRITICA
Por: PACO CASADO
En tan sólo doce años apareciendo en la pantalla y con casi una veintena de títulos, este tozudo belga, que comenzó haciendo películas de karate de escasa calidad ha logrado imponerse, llegar a afincarse en el cine americano y hasta dirigir su primer film, que es este que comentamos.
El experto luchador sabe lo que quiere y lo que funciona en el tipo de cine que él sabe hacer mejor y construye un argumento en torno a una serie de combates en la ciudad perdida donde los 16 más famosos luchadores del mundo se disputan un macizo dragón de oro.
El resto es ponerle un paréntesis al meollo de la cinta, con un prólogo y un epílogo en el que el ya viejo luchador recuerda aquella historia que escribió la periodista que le acompañó en la aventura en que se vio envuelto entre piratas y luchadores, junto con un simpático capitán de barco, papel que interpreta el histriónico Roger Moore con su pícara cara de siempre.
Jean-Claude Van Damme eligió como productor ejecutivo del film a Peter McDonald, que ya había dirigido Rambo III (1988), que imaginamos le habrá echado una mano a la hora de la realización.
Como podrán ver nada entre lucha y lucha, aunque lo que sí es cierto que los espectadores de esta clase de películas saben lo que van a ver y, a esos, verdaderamente no les defrauda, ya que tienen más de veinte enfrentamientos sumamente espectaculares en pantalla.
Que se vea más cine o menos, de mayor o menor calidad, es ya otra cuestión.
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