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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al parecer los buenos resultados que dieron los personajes creados por Meg Cabot en su novela, que dio lugar a la película Princesa por sorpresa (2001), ha hecho que tres años después se nos ofrezca esta secuela con la misma cabecera de cartel y e idéntico director.
La joven adolescente Mía Thermopolis, estudiante en San Francisco, ve cambiar su vida cuando su abuela la reina Clarisse le confiesa que es princesa de Genovia, pero va a seguir teniendo problemas cuando se traslada al pequeño país, ya que para hacerse cargo de la corona las leyes imponen que ha de casarse antes, lo que le obligará rápidamente a elegir en un mes a su esposo o de lo contrario perderá el puesto de reina que será otorgado a otro candidato que surge al trono.
En esas andanzas transcurre el argumento de esta nueva entrega, que comienza donde terminó la anterior, en la que irá madurando y aprendiendo a luchar contra los imponderables y a lograr su autoestima.
Como es preceptivo en estos casos la protagonista se debate entre el amor de conveniencia o el amor verdadero, a lo que le ayudará su abuela que, como es previsible, terminará de forma feliz y por partida doble, aunque sea en el último minuto.
Comedia romántica para jovencitas, soñadoras con el príncipe azul, el amor, el lujo y los fastos reales.
Una vez más Julie Andrews presta su apostura y elegancia como la Reina Clarisse a este cuento de hadas de amores románticos y buenos sentimientos.
El guion se pasa de metraje y a la realización le sobra un poco de azúcar.
Premio ASCAP a la música de John Debney.
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