|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Para el buen aficionado al cine el estreno de una nueva película de Woody Allen es como un día de fiesta, como acudir a un cumpleaños ya que el veterano director no nos va a durar toda la vida dado los muchos que ya lleva cumplidos, 87, y sin embargo ahí sigue, con la calidad y frescura que es habitual en su cine a la hora de contar sus historias que actualmente están desposeídas de sus obsesiones que antes eran habituales.
En esta ocasión se trata de un romance de pasión y violencia situado en la capital de Francia en nuestros días, donde circulando por una de sus calles, un día se encuentran Fanny Moreau y Alain Aubert, dos jóvenes que fueron compañeros de clase y que hace casi dos décadas que no se ven y gustan de recordar viejos tiempos.
Ella está casada, es feliz en su matrimonio con Jean, que gana mucho dinero haciendo que los ricos sean más ricos, trabaja en una casa de subastas, y vive con su marido en un bonito apartamento en un barrio céntrico de París.
La madre de Fanny, Aline, está encantada con que su hija viva con un hombre rico, con el que coincide en sus gustos y aficiones como ir de caza.
Él está soltero, es escritor, está terminado una novela y vive en una barata buhardilla muy cercana al trabajo de ella, por lo que con cierta frecuencia se citan a la hora de comer y ya se sabe, del roce nace el cariño, porque él siempre estuvo enamorado de ella, pero nunca se atrevió a confesárselo, pero sí se lo dice ahora.
El vínculo de estos dos jóvenes conduce a la infidelidad matrimonial y en última instancia a...
Es curioso cómo el genio de Woody Allen es capaz de llevar este relato que comienza sin la menor maldad a una relación prohibida en primera instancia que va a desembocar en una narración puramente policiaca en la que entra en juego el azar y la suerte.
En su deambular por media Europa, ya que en América no encuentra financiación ni distribución de sus últimos productos, Woody Allen ha encontrado en Francia en esta ocasión a su aliado para llevar a cabo este, de momento, último film, que supone el número cincuenta de su valiosa filmografía, en el que exhibe algunos bellos paisajes de París en los encuentros ocasionales que lleva a cabo la pareja, de los que el maestro Vittorio Storaro saca toda su belleza y colorido a la fotografía de los mismos.
La elección de actores esta vez ha recaído en dos jóvenes franceses con mucho talento, Niels Schneider del que a pesar de llevar ya sesenta títulos en su haber no se habían exhibidos en nuestras salas, al menos que recordamos, y la encantadora Lou de Laâge que aunque lleva la mitad de cintas que su compañero sí nos habían llegado algunas de ellas y como más reciente 'Pequeñas casualidades' (2022)
El tercer lado del triángulo lo ocupa Valerie Lemercier en el papel de Aline, personaje decisivo en esta historia.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS