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CRITICA
Por: PACO CASADO
En un colegio de Madrid, dos niñas chinas de nueve años se conocen al principio del curso, a una de ellas le gusta que le llamen Lucía y se siente totalmente española.
Está integrada con sus amigas del colegio al tiempo que desearía tener unos padres como los de todas las demás, porque siente vergüenza de los suyos ya que apenas hablan español y trabajan catorce horas diarias en el bazar para darles un futuro digno a sus hijas, aunque piensan que eso es cosas de los españoles.
Todo hace suponer que pronto se harán amigas íntimas, aunque absolutamente nada las une, y no será así.
La otra es Xiang, es adoptada desde muy pequeña por un matrimonio español de clase alta, pero su cara delata que no son sus padres verdaderos y ella comienza a preguntarse por su familia biológica y tampoco es aceptada por los demás alumnos del colegio, ya que ella tampoco se integra.
Tienen dos familias muy diferentes, ya que a Lucía la hacen ayudar en el bazar que tienen sus padres, mientras que Xiang juega tranquilamente en su casa.
El sueño de Lucía, es celebrar su cumpleaños en un Burger King, como hacen los demás niños, pero su familia no quiere, como tampoco admite que le hagan regalos por la fiesta de los Reyes Magos.
Lucia tiene una hermana mayor, Claudia, una adolescente que está comenzando a salir, a vivir y relacionarse con chicos, pero también a sufrir las diferencias culturales y el racismo.
Sus padres le han buscado un novio al que ella no quiere y se las apaña para ir con quien le gusta en lo que el chico le ayuda, ya que está enamorado de una compañera de la empresa tecnológica en la que trabaja.
Todo en principio hace suponer que pronto Lucía haga amistad con la otra chica china, pero la verdad es que no ocurre así.
Xiang es una niña muy retraída, que no se relaciona con nadie y se pasa los recreos en un rincón del patio leyendo.
Mientras que Lucía proviene de una familia trabajadora, en cambio la de Xiang es pudiente.
Las tres historias se cruzan y se separan, pero mantienen un objetivo común como es la búsqueda de la propia identidad.
Aunque las niñas viven en Madrid pero tienen conceptos opuestos de la realidad que las rodea.
La dirección corre a cargo de Aranxa Echevarría, de la que recordarán su película Carmen y Lola (2018) con la que debutó tras las cámaras y por la que consiguió el Goya a la mejor realización novel y otro secundario para Carolina Yuste.
De nuevo vuelve a hacer un cine social, si en la primera era la comunidad gitana aquí es la china afincada en España con una cultura, costumbres y lengua muy diferentes.
Para hacer el guion de este film se inspiró en Lucía, la chiquilla hija de los dueños del bazar chino de su barrio e investigó acerca de cómo es la vida de esta nueva generación de chinos que no conocen las tradiciones de su país, solamente la nuestra, que es la que viven a diario, lo que a veces les hace enfrentarse a sus padres, mientras que otras veces también encuentran el rechazo de los propios españoles.
La directora no hace más que retratar una realidad que tiene delante de sus ojos, lo que realiza de forma valiente, porque así lo siente y lo manifiesta, pero no por ello deja de hacer la oportuna denuncia al tiempo que nos ofrece un cine social libre, comercial y divertido.
Sensacional el trabajo que hace Shiman Yang, la niña que interpreta el personaje de Lucia.
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