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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con "Pan, amor y fantasía", Luigi Comencini, inicia un género, o mejor un nuevo enfoque, muy personal, de afrontar la comedia en el vecino país italiano.
Lejos de la comedia de teléfonos blancos, o de la forma espectacular de la manera de hacer en los Estados Unidos, en este nuevo estilo se mezclan dos ingredientes muy genuinos del país transalpino.
Los restos de un neorrealismo recién pasado por aquellos momentos, en sus últimos coletazos por dejar de existir, seguido ya por muy pocos realizadores, éste presta su paisaje, sus casas, sus gentes, sus medios rurales y costumbres del país.
A esto se le añadió la gracia y la picardía sainetesca del carácter mediterráneo, con situaciones más picaras y frases de doble sentido, que a veces rozan la sal gorda a pique de caer en la astracanada fácil.
Esto fue lo que representó para la cinematografía italiana "Pan, amor y fantasía"; la apertura a un tipo de comedia propia de este país.
Pero al verla ahora, con la debida distancia de tiempo y progreso cinematográfico, lo que en aquel momento nos pudo obsecar al serr esta la cinta que marcaba el nuevo camino a seguir, podemos ver con qué ropaje cinematográfico estaba envuelta.
Nos parece que es un tour de force, un querer y no poder, una buena idea realizada por un artesano del cine que pone todos sus conocimientos, todo su interés y cariño en lograr algo extraordinario que queda tan solo en interesante por su aceptable ralización.
Un buen plantel de actores encabezados por la veteranía de Vittorio de Sica y el encanto de una Gina Lollobrigida, jovencísima, que empezaba por entonces.
En resumen, una divertida comedia.
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