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CRITICA
Por: PACO CASADO
Vicente Aranda es un director catalán que tras participar en la creación de la llamada Escuela de Cine de Barcelona, con su forma de hacer y entender el cine muy especial, tomó posteriormente otros caminos con “Cambio de sexo” y después con algunas adaptaciones literarias, entre ellas “La muchacha de las bragas de oro”, de Juan Marsé o “Tiempo de silencio”.
Ahora vuelve de nuevo a beber en las fuentes de Marsé, un catalán como él, cuya infancia transcurrió por los mismos barrios y con el que dice se siente muy identificado.
Hemos de confesar que no hemos leído la novela de Marsé que da origen a este largometraje y según dice hay que conocerle para entender lo que Aranda ha hecho con esta película.
Tal vez por ello puede que no hallamos podido penetrar hasta el fondo de la misma, pero estamos en nuestro derecho de seguir pensando que para ver una película no hace falta un folleto explicativo de mano.
Porque lo cierto es que Aranda ha confeccionado un guion extremadamente confuso o al menos no ha sabido exponerlo claramente en el montaje posterior del film, por lo que es difícil que sus imágenes trasciendan al gran público.
Hay algo que no caza en la película de Aranda t es el realismo extremo que hace de determinadas escenas, llenas de crueldad y verismo, junto a otras en la que parece trata de mezclar la fantasía, el lirismo o lo onírico, y para colmo mezcla tres tiempos en los que se desarrolla la acción que no están debidamente diferenciados.
Puede que el film no sea más que lo que los niños llaman un “aventis”, una especie de narración, de cuento, en el que se mezcla la verdad la mentira.
Hay que reconocer que Vicente Aranda sigue conservando la caligrafía cinematográfica de sus anteriores películas, pero ha echado un borrón en mitad del escrito.
Sigue sabiendo dirigir bien a los actores, creando un clima y una ambientación de la época en que se desarrolla la acción, con la miseria y el miedo de la postguerra española, pero de nada le sirve si no llega al espectador.
Ha apostado muy fuerte y no le ha salido la jugada. Una vez más cuenta con su musa, Victoria Abril, que están francamente bien en ese doble papel que interpreta, que le sirve de eje para la narración , correctamente secundada por todo el amplio plantel de actores.
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