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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aprovechando que tras la guerra fría y la caída del muro de Berlín los espías profesionales se han quedado sin trabajo, los novelistas y guionistas de Hollywood se han inventado para darles una ocupación que estos se dediquen al espionaje industrial.
En esta película se ha creado una agencia de esta clase que se llama El Taller de Herramientas, que se dedica a la extorsión, el robo, el chantaje, el soborno, etc. y en ello quiere también participar la CIA para lo que envía un agente infiltrado, un inteligente hombre de color, pero éste se encontrará con la ambición de una rubia mujer, la número dos de la agencia que tratará de quedarse con todo.
Esto dicho así se adivina muy fácil, pero no es más que la simplificación, reducida a la mínima expresión, de un complicado argumento en el que los agentes y las ambiciones miran hacia uno u otro lado según las circunstancias o caprichos del guionista.
Este thriller tiene cierta apariencia de novedad en un principio pero se queda en eso, porque pronto comienzan a sucederse los crímenes, las complicaciones y a parecerse a cualquier otro film de este género, menos en el móvil del asunto.
Un guion bastante embarullado que al final no sabe como resolver la papeleta, termina por sacarse un personaje secundario de la manga para que ponga justicia en este lío que supone toda la cinta, salpicada de violencia y sexo que acaba por resultar vacía y sin profundidad.
Damian Harris, director de Seducir a Raquel y Engañada, no aporta gran cosa desde la dirección para mejorar la producción.
La elección de la pareja protagonista resulta adecuada, más por el físico, muy proporcionado, que por la interpretación que ambos hacen de sus personajes.
Para pasar el rato.
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