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CRITICA
Por: PACO CASADO
De esta novela clásica existen al menos tres versiones.
La primera de 1934 dirigida por Cristy Cabanne, con Virginia Bruce y Colin Clive; la segunda de 1943, Alma rebelde, de Robert Stevenson con Orson Welles, Joan Fontaine, Margaret O'Brien y Elizabeth Taylor, que es la más famosa y tal vez la más lograda, y una tercera de 1970, dirigida por Delbert Mann, con George C. Scott, Susannah York y Jack Hawkins.
Ahora nos llega una nueva versión en la que el cine europeo une tres de sus cinematografías más importantes, Inglaterra, Italia y Francia, para tratar de hacer una superproducción para luchar contra el enemigo norteamericano.
El drama de esta pobre chica huérfana, desvalida, pero de alma rebelde, internada en un orfanato de rígidas y estrictas medidas casi medievales por su tía la señora Reed en la que la dedican a ser criada en esa dura escuela benéfica para niñas.
Allí aprende a ser maestra y finalmente busca empleo fuera de la escuela.
Su anuncio es respondido por el ama de llaves de la señora Fairfax.
Así le llega su ascendencia cuando se convierte en la institutriz de la mansión Rochester, enamorándose de su amo.
Esta historia es de sobra conocida no sólo por la novela, sino también por estas películas antes mencionadas, que todos habremos visto alguna vez en el cine o en la pequeña pantalla de la televisión.
Franco Zeffirelli se limita a plasmarlo de forma clásica, sin salirse del tiesto, con el estilo característico de sus films de época, en los que suele estar más preparado, aunque en los últimos tiempos la inspiración le haya abandonado y los resultados no sean tan redondos como al principio de su brillante carrera.
Los actores rayan a aceptable altura y la ambientación en vestuarios, decorados y el curioso tratamiento del color o empleo de la música contribuyen a la corrección de la cinta.
Premio David de Donatello al mejor diseño de vestuario.
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