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CRITICA
Por: PACO CASADO
Está claro que las películas ambientadas en la Navidad siguen siendo rentables a juzgar por los estupendos resultados obtenidos por este tontorrón film.
Un bebé se mete en el saco de Santa Claus y es criado como un elfo en el Polo Norte, pero al crecer tres veces más que los demás, le aclaran que es humano y decide ir a buscar a sus padres a Nueva York, donde resulta tan extraño como entre los elfos.
Ese hombre, que ha sido criado por los elfos en el Polo Norte, en donde ha causado estragos en la comunidad élfica, dado su gran tamaño, es enviado a los Estados Unidos en busca de su verdadera identidad.
La historia no puede ser más sencilla e ingenua y al mismo tiempo cargada de tópicos, muchas veces vistos, con padre que no se ocupa de su familia más que de los negocios y el dinero de sus beneficios, que está en la lista negra de los malos de Santa Claus, la falta del espíritu navideño de los habitantes de la gran ciudad, que se han olvidado de esta fiesta, la no creencia en Papá Noé y lógicamente el malo se convertirá en bueno y volverán a aflorar los buenos sentimientos.
La poca comicidad del rutinario guion del novato David Berenbaum, llega por los contrastes que más que cómicos resultan ridículos, caso del torpe hombretón haciendo payasadas vestido con mallas amarillas y casaca verde en la gran ciudad o entre los elfos, por muy ingenuo que se pretenda que sea el personaje.
Sorprende la cara de James Caan como de no explicarse qué hace en una cinta tan gamberra, ridícula y ñoña como ésta.
El protagonista absoluto, Will Farrell, está sobreactuado, y tiene un currículum envidiable de malas películas: 'Austin Powers: La espía que me achuchó' (1997), 'Jay y Bob el silencioso atacan de nuevo', 'Superstar' (1999), 'Zoolander (Un descerebrado de moda)' (2002), 'Aquellas juergas universitarias' (2003), 'Aventuras en la Casa Blanca' (1999).
La dirección del casi novato director Jon Favreau carece por completo de agilidad y gracia.
Film con mensaje ramplón, lleno de disparates, con gags inocentes y poco efectivos, cuya originalidad brilla por su ausencia.
Con cintas como ésta no es extraño que prefiramos volver a ver cada año 'Qué bello es vivir!' (1946).
Premio ASCAP a la músicca. Premio Trayler de oro a la mejor comedia.
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