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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se nos dice al principio de esta película que se trata de una historia real y al final se da una serie de datos en torno al castigo que recibieron los presuntos asesinos, como se dice hoy día, pero ustedes tal vez tengan algo que decir sobre su culpabilidad o inocencia a los largo de la proyección.
Si establecemos esta especie de paréntesis de principio y final, dentro del cual se inserta toda la historia, quiere decir que se establecen unas reglas del juego y como nos hemos propuesto contar una historia real, el tono debe ser seguir por ese camino.
Pues bien, no siempre ocurre así, y ahí puede estar el posible error.
Estamos en Pensylvania en el año 1927.
La pequeña y hermosa comunidad holandesa de Pensilvania se ve sacudida por una serie de extraños acontecimientos que desembocan en una red de engaños, violencia y asesinatos.
La vida de Billy cambia por completo cuando conoce a Alice y a John.
Billy tiene entonces 16 años, trabaja duro y recibe palizas cada vez que su padre regresa borracho a casa.
Alicia se enamoró de él y John, curandero y predicador a partes iguales, le enseñó a leer con la intención de convertirlo en su discípulo.
Pero Alice quería que se fueran juntos a Filadelfia y John cada vez tenía más problemas para ejercer la medicina sin estar facultado para ello.
La historia se ambienta en una colonia holandesa de Pensilvania.
Allí se ha establecido esta especie de médico curandero y predicador por más señas.
Como tal doctor no tiene licencia y se le achaca la muerte de una niña, por lo que es encarcelado, saliendo bajo fianza.
Pero no es sólo la historia de este hombre, sino también la de Bily un jovencito, de 16 años, que es capaz de abandonar su propio trabajo por seguir sus pasos, sintiéndose poderosamente atraído por su gran personalidad, cosa que padece su joven novia que le propone irse de allí y buscar una nueva vida, a lo que trata de contribuir su propio padre, un borracho empedernido que de ninguna forma es curado por el doctor en cuestión.
Con estas premisas argumentales la historia debería haber seguido el camino del más estricto realismo, pero a veces el realizador saca los pies del plato, sobre todo cuando el predicador pretende exorcizar a un endemoniado y ha de enfrentarse con las fueras del mal, personificadas en uno de los vecinos, de aspecto demoníaco, que lanza fuego por la boca, que es capaz de reconstruir una casa quemada por el fuego, etc.
Es ahí donde el film se despega de la realidad y recurre a la fantasía, a las escenas de terror y es cuando el espectador se despista y no sabe a qué carta quedarse, si creérselo todo a pies juntillas o tomárselo a broma.
Pero por delante está ese rótulo que nos asegura que es una historia real...
El realizador trata de profundizar en la personalidad de cada uno de los integrantes de esta historia, sobre todo el insólito trío protagonista y en sus mundos sin salida y llenos de problemas, pero no siempre lo logra, tal vez porque el guion no le ayuda tampoco.
En cambio sí encuentra campo abonado en la interpretación el veterano Donald Sutherland o los jóvenes actores Chad Lowe y Mia Sara, con una carreta ambientación y en la fotografía de Kelvin Pike.
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