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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia de esta película sucede en el año 1999.
Quique es el novio de Clara que tiene un hijo adolescente llamado Lucas, de una relación anterior.
Clara ha tenido recientemente un cáncer de mama y ha estado hospitalizada un tiempo hasta que se ha curado y Quique le ha ofrecido, para celebrarlo, un viaje de vacaciones a la India en compañía de Lucas, visitando la Cordillera del Himalaya.
Durante unos días deambulan de un lugar a otro en busca de la ciudad a la que Clara quiere ir.
Por el camino les coge la lluvia y piden refugio en una casa y una adusta señora se lo niega y ni le abre la puerta.
Debido a ello se ven obligados a montar la tienda de campaña que llevan para refugiarse de la lluvia y poder dormir.
Durante la noche son brutalmente atacados por unos bandidos, a los que no tienen ocasión de ver, ya que aporrean la tienda desde fuera, hiriendo a sus ocupantes y el resultado es la muerte de Clara y el pequeño Lucas, mientras que Quique queda malherido haciéndose el muerto.
Los asaltantes y le roban todas sus pertenencias.
A la mañana siguiente es encontrado por Thata, un nativo que camina con sus yaks, que lo recoge y lo lleva a un monasterio cercano a la aldea en la que vive donde lo curan, de momento, pero lo destinan a la casa de Thata, donde su hijo sabe hablar español.
El resto del argumento, tras este mal comienzo, es lo que constituye la dura aventura que vive Quique hasta que llega el invierno para poder salir de la aldea a través del río helado y llegar a una ciudad en la que pueda denunciar ante la policía el doble crimen de sus seres queridos y regresar a España.
El guion, escrito por el cubano Alejandro Hernández, habitual en las producciones de Salvador Calvo, que lleva ya varios años trabajando en el cine español para otros directores, tiene claramente dos partes, una primera hasta el asalto de los bandidos que es la más movida y entretenida con los tres personajes en escena y una segunda más reposada, con menos acción, que supone la curación definitiva de Quique y finalmente el viaje de vuelta a la ciudad a través de las elevadas montañas en lucha siempre con las inclemencias del tiempo, el frío y la nieve.
Debe haber sido un rodaje muy difícil y duro andando por esos parajes de una espléndida belleza, pero también luchando, como los protagonistas, con las inclemencias climáticas y la dificultad del terreno.
Tiene una espléndida fotografía de Alex Catalán y una envolvente música de Roque Baños.
En cuanto a la interpretación todo el trabajo se carga sobre los hombros de Miguel Herrán que está todo el tiempo en pantalla.
En lo referente a la realización del cineasta madrileño Salvador Calvo, un director que debutó con 'Los últimos de Filipinas' (2016) al que siguió 'Adú' (2020), ganador del Goya a la mejor dirección, y ahora el tercer largometraje 'Valle de sombras' (2024) del que habría que decir lo mismo, centrado todo el tiempo principalmente en Miguel Hernán y luchando con la dificultad del lenguaje para dirigir a los personajes nativos que le rodean en la segunda mitad, en un metraje que se nos antoja algo excesivo.
Tres nominaciones a los Premios Goyas: producción, efectos especiales y maquillaje.
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