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CRITICA
Por: PACO CASADO
Pablo disfruta de la jornada en un velero en compañía de su esposa y su adolescente hija Lidia.
En un momento en el que se ausenta, la esposa sufre un accidente en el mar y muere.
Pablo y su hija Lidia, se marchan a vivir al faro familiar que pertenecía a su abuelo tras la accidentada muerte.
Lidia queda muy afectada y cae en una depresión por el fallecimiento de su madre y cuyo dolor se introduce en su interior al creerse culpable de su muerte al no haberle podido ayudar a salvarla.
Debido a ello es sometida a un tratamiento psicológico y a tomar unas pastillas en determinados momentos del día.
Pablo, sabiendo del frágil equilibrio emocional de Lidia, se preocupa por su posible recaída, tras haber sido víctima de un intento de suicidio.
A ambos le aguardan las pesadillas y el peligro de una serie de situaciones que tendrán que superar.
El faro está en un estado realmente lamentable, con humedad en las paredes, las habitaciones llenas de chismes viejos y constantes ruidos que parece que amenazan su destrucción.
En una visita al pueblo Lidia conoce a Jaime, un chico de su edad que se enamora de ella y en el que se refugia cuando su padre se pone serio si no sigue el tratamiento.
Jaime también tiene sus problemas con un padre autoritario que maltrata a su mujer, lo que afecta al carácter del chico.
Estamos ante el segundo largometraje que lleva a cabo la directora ╡ngeles Hernández, procedente del campo de la producción, que un día se decidió a debutar con el dramático film 'Isaac' (2020), codirigido con David Matamoros.
En este caso, ya en solitario, realiza 'Faro' (2023) con un corto reparto de apenas media docena de personajes, recayendo el protagonismo fundamentalmente en Hugo Silva e Irene Montalá, siendo esta última la que sufre todas las pesadillas, los ruidos, las visiones extrañas y los misteriosos sucesos que originan el miedo al espectador en este thriller de terror sobre el drama de esta familia.
Como tal pieza del género recurre fácilmente a los trillados trucos propios para producir el sobresalto y el posible miedo en el público, pero nunca se nos da la solución de por qué se producen a lo que se añaden las pesadillas del mismo estilo.
Aunque el metraje no es excesivo, el guion no da para mucho más por lo que las repeticiones son constantes.
En los metros finales la fotografía se hace demasiado oscura, mientras que en el inicio nos brinda la belleza del paisaje en el que se enmarca el faro, al que alude el título, escenario de esta historia.
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