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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para su debut en el largometraje Víctor García León (hijo de José Luis García Sánchez) elige lo que le queda más cerca de sus 25 años, la adolescencia, igual que le ocurre a su coguionista Jonás Groucho Trueba (hijo de Fernando Trueba) de 19 años.
Y así componen el retrato de la pérdida de la inocencia de David, un adolescente de 16 años que está colado por Gloria, un poco mayor que él, a la que sigue a todas partes, pero ella no le hace mucho caso, tal vez porque es más pequeño.
Él siente que no pertenece a la misma vida que su familia, sus amigos y la chica que le gusta, ya que parece que no le entienden.
Al final terminará conociendo lo dura que es la vida y que en definitiva es un perdedor.
Los autores debutantes nos dan una visión bastante realista de lo que es la juventud actual.
El protagonista, David, parece un absceso sexual, siempre pensando en lo mismo, como si no hubiera otra cosa con la que disfrutar y pasarlo bien en esta vida.
Es un retrato un poco triste de esta juventud que no parece tener más horizonte que el sexo como meta.
Hay otra historia que corre paralela, que es la de los adultos, con una abuela para la que nada está bien, una madre que se mete en todo y no se entera de nada y un profesor de gimnasia cínico y amargado, que pasa de todo y que dice que el deporte es una mierda, que le ha dejado prácticamente impotente en un momento de desesperanza.
Para ser una ópera prima la película tiene aciertos parciales en la descripción de los personajes, aunque posee un planteamiento tópico, con reiteraciones, alguna caída de ritmo y saca buen partido de los jóvenes e inexpertos actores y también de los adultos, con unos María Galiana y Quique San Francisco, llenos de serenidad.
Premio al mejor actor, Biel Durán, en el Festival de Cine en español de Málaga. Nominados al Goya la dirección novel y Biel Durán como actore revelación.
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