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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las variantes que surgió en la comedia americana fue esta de incluir además de las canciones y números musicales arrevistados y ballets, fue la introducción de estos últimos de forma acuática.
Para ello se aprovechó a la excelente deportista y nadadora Esther Williams que fue casi la única con la que contó el género para poder hacer la corta historia que en esta modalidad tiene.
Pero indudablemente no lo es ella todo en estos largometrajes, afortunadamente, pues a sus grandes cualidades como nadadora une su poca fortuna como actriz,.
Mucha fama cosechó esta película en su estreno, lo que ha despertado un gran interés en el pubíco en sus diversas reposiciones. Porque junto a los que no la vieron en su día, acude un público hábido de rememorar otros tiempos, que no por pasados fueron mejores en lo que a lo cinematográfico se refiere.
Al mismo tiempo se recuerdan viejas melodías que han quedado en la mente de todos y que en su momento hubieran estado en los hits parades si los había.
Y este es uno más de los alicientes que se añadieron al género, el de las canciones y ritmos sudamericanos. El hecho se puede comprobar si recordamos algunas cintas de la época. Por más frescas en nuestra memoria se nos ocurre citar como ejemplo "Los tres caballeros" de Walt Disney que curiosamente pertenee al mismo año de realización, 1944.
Pero con todas estas cualidades la que más sobresale es la gracia y la vis cómica de un sensacional caricato, Red Skelton. Si por algo se salva esta desigual película es por su trabajo y por algunos aciertos parciales en la realización de George Sidney, director de bastante experiencia en la comedia de aquellos tiempos y que aún hoy día realiza algún trabajo con acierto como "Un beso para Birdie".
Citemos en favor del primero como más destacada de todas sus intervenciones la parodia que hace de la mujer recién levantada, que tiene una gracia sensacional. toda a nase de mímica de la mejor calidad, escuela y estilo. Tiene tal personalidad que cuando desaparece de la pantalla la película pierde en grado sumo.
En cuanto a George Sidney destacamos el partido que saca con la cámara a la escena en la que las chicas cantan el Tico-Tico y alguna que otra cosa, por lo demás se límita a fotografiarnos en colores no siempre acertados, los restantes números, faltos de inspiraión en su mayoría y sosos, además de faltos de inteligencia cuando nos presenta algún número musical a orquesta.
Lo demás lo pone la Metro, productora espectácular que no suele regatear en medios, cosa que también contribuye al espectáculo.
La película en lo moral tiene algunos defectos de forma y situaciones no acentuadas que no obstaculizan la visión a un público joven.
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