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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos gusta encontrar de vez en cuando ideas nuevas en el cine. Estas no abundan, desde luego, pero aunque sea un argumento con un destello de novedad nos abre siempre la esperanza.
Con 'Sin piel' (1994) nos ha ocurrido esto exactamente.
A Alessandro D'Alatri, director italiano, no le conocemos de nada ya que no hemos visto ninguna producción suya.
Nos hemos enterado que esta es su segunda película, pero a través de ella podemos también saber que es un director y guionista que tiene una cierta sensibilidad que es capaz de contarnos una historia original como ésta.
Gina es una empleada de Correos, que tiene un hijo de cuatro años y vive desde hace cinco con Ricardo, un rudo conductor de autobús que no es su marido.
Gina tiene miedo. Vive felizmente con Ricardo, un hombre que está a punto de divorciarse.
Ella, sin saberlo, se convierte en el centro de atención de un joven deprimido y mentalmente inestable.
Desde hace dos meses está recibiendo cartas de amor que vienen firmadas por un apasionado admirador con el nombre de Saverio, a las que en los días sucesivos seguirán flores y regalos, que ponen furioso a Ricardo, que no parará hasta descubrir quien le hace la competencia de forma tan cobarde y sin dar la cara.
Su oponente es un agraciado joven de clase media alta que tiene desarreglos mentales desde la muerte de su padre, que encuentra en Gina el refugio a sus males psíquicos.
Harto de todo Ricardo consigue la dirección del tal Saverio y se presenta allí, en actitud violenta.
Ricardo podría ser denunciado si vuelve a atacarle.
Las cartas siguen y la madre de Saverio pide ayuda a Gina.
Lo que realmente interesa de este film es la extraña relación que se llega a entablar en este insólito triángulo, la aceptación de unos y de otros y la comprensión que se establece entre los tres.
Esto da origen a un relato nada vulgar.
Tal vez algo increíble, pero de todo punto posible.
El amor atrae a las personas de mil maneras y esta puede ser una de ellas.
A la sensibilidad experimentada desde el guion del propio Alessandro D'Alatri se une la de la puesta en escena, la elección de una estupenda Anna Galiena, cada día más madura como actriz, que da la sensualidad de una bella hembra, el matiz de una madre o de una mujer comprensiva con el desarreglado joven falto de un cariño que ella no debe ser quien se lo dé.
Una cinta curiosa, distinta, que obtuvo el premio del público en el Festival de cine de Locarno. David de Donatello al mejor guion. Premio a Kim Rossi Estuard como mejor actor revelación en el Festival de Ginebra. Nastro d'argento al mejor guion. Pegaso de oro a Kim Rossi Stuart en los premios Flaiano. Globo de oro italiano a Ana Galiena. Premios Ciak de oro a los actores Kim Rossi Stuart, Massimo Ghini y guion. Copa de oro a Ana Galiena y Kim Rossi Stuart.
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