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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta de alguna manera es la continuación de la producción 'Cazafantasmas' (1984), que tanto éxito tuvo a nivel mundial, a pesar de que no era ninguna obra maestra, a la que siguió 'Cazafantasmas 2' (1989).
Ahora nos llega esta secuela, en la que ha cambiado el director y algunos elementos del equipo técnico, aunque los protagonistas son en esencia los mismos, con alguna ausencia como Sigourney Weaver o Rick Moranis y con algún añadido de actores nuevos.
Hubo recientemente una variante en femenino realizada en 2016 que no dio un buen resultado y más cercana en el tiempo también se hizo 'Cazafantasmas. Más allá' (2021) que estuvo a cargo de Jason Reitman, el hijo de Ivan Reitman, que hizo la primera entrega.
La historia que se nos cuenta en este último capítulo, de momento, es la de la familia Spengler, compuesta por los padres Gary y Callie y sus hijos Trevor y la adolescente Phoebe, que forman parte del grupo de bomberos de la ciudad de Nueva York.
Por su parte los cazafantasmas de la primera película han construido un secreto laboratorio de investigación donde analizan todos aquellos objetos que puedan estar contaminados y los limpian de fantasmas.
Uno de los veteranos compra un día una esfera antigua que al analizarala, lo que se descubre en ella hará cambiar toda su trayectoria teniendo que luchar contra Garraka, el dios de los no muertos, un cornudo enemigo de gran fuerza, por lo que todos habrán de unirse para pelear contra él para poder vencerlo.
La acción comienza con una gran persecución de un fantasma lo que origina más de un destrozo en la ciudad con la consiguiente amonestación por parte del alcalde.
En el resto del argumento, si se puede llamar de alguna manera, ya que no aporta ninguna novedad, puesto que son acciones sueltas cuyo protagonismo se reparten los integrantes del reparto.
Hay escenas de comedia junto a otras de terror y abundantes sobresaltos, debido a los golpes de sonido.
En el guion se incluyen muchos términos de carácter científico sobre la física cuántica y algunos claramente inventados que entorpecen su comprensión.
Pero sobre todo destaca el gran número de escenas en las que el protagonismo recae en los efectos especiales, hasta el punto de resultar empachosas, por la gran abundancia de ellas, lo que se convierte en lo mejor de este film.
A la interpretación no se le puede poner pegas, ya que tanto los veteranos como los jóvenes actores que se han incorporado en esta ocasión, asumen con profesionalidad sus respectivos cometidos.
Otro tanto habria que decir de la fotografía o de la banda sonora donde asoma de vez en cuando el tema original que se hizo tan famoso.
Hay decir lo mismo de la dirección de Gil Kenan, el director británico que en esta ocasión su trabajo está falto de ritmo, es rutinario, resultando algo lento, entre otros defectos.
Con resultados como el presente nos parece que el futuro de esta franquicia comienza a peligrar.
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