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CRITICA
Por: PACO CASADO
Joaquín Oristrel, es uno de los guionistas más prestigioso de la actual nueva comedia española, habitual de las películas de Manuel Gómez Pereira, que decidió pasarse a la dirección con 'De qué se ríen las mujeres?' (1997) y tuvimos que decirle "zapatero, a tus zapatos".
De nuevo insiste en ese terreno que no es el suyo y que aún no domina totalmente, pero hay que reconocer que va progresando ya que lo ha hecho mejor con 'Novios' (1999), el segundo título de su aún incipiente filmografía como director.
Otra vez elige la comedia, que es el género que mejor conoce, para hacer una película romántico, pero con un poco de acidez y de cierto dramatismo.
Arturo es el dueño de un restaurante donde se suelen celebrar bodas.
Está casado con Paz y tienen un hijo, algo retrasado debido a un percance que sufrió cuando era pequeño del que ella tuvo la culpa, y en el que centra toda su atención.
Arturo tiene amores con Cristal, su cocinera, una pobre chica que nunca ha sido querida por nadie y que no acaba de conseguir que su jefe deje a su mujer para convertirla en su esposa y dueña del restaurante.
Ella empieza a soñar con convertirse en ama de casa, pero sus planes se vienen abajo.
Por ello maquina una venganza: casarse con su hijo.
El tema de las bodas daba para mucho, pero Joaquín Oristrel, o mejor, sus guionistas, tan sólo lo usan como fondo de esta leve trama argumental, desaprovechando el sacarle más partido al tema. Les interesa más las relaciones de los personajes que el paisaje en el que se desarrolla la historia.
La trama tiene un tono dramático en ocasiones, ante la posible ruptura del matrimonio y el acercamiento de José, un policía, antiguo novio de Paz, amigo de Arturo y padre de Cristal, e incluso un aspecto policíaco, con un asesino que se dedica a poner bombas en los coches donde dos novios se quieren.
La pareja joven, Candela Peña y Juan Diego Botto, es la que tiene más posibilidades y consigue mejores resultados en la interpretación de esta cinta, quedando los veteranos como apoyo, sin importarles mucho repetir, una vez más, sus papeles de siempre, caso de María Barranco y sobre todo de Juanjo Puigcorbé. Más equilibrado y diferente resulta Karra Elejalde.
Joaquín Oristrel ha probado ahora de su propia medicina, lo que es construir y crear a partir de un guion que no es suyo, en el que tan sólo ha colaborado.
Juan Diego Botto estuvo nominado al Fotogramas de plata.
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