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CRITICA
Por: PACO CASADO
Desde hace unos años cada nueva película dirigida por Clint Eastwood es una garantía segura de calidad, ya que son un acierto tras otro.
No vamos ahora a repasar toda su filmografía ya que éste es su film número 21 de los dirigidos por él hasta ahora.
Aquí vuelve a tomar a Steve el periodista que utilizaba en la cinta anterior, 'Medianoche en el jardín del bien y del mal' (1997), para de nuevo buscar que se cumpla la justicia.
Esta vez encarnado por él, como si se sintiera ya un poco mayor y no tuviera fuerzas para empuñar un revolver, pero sigue empeñado en poner las cosas en sus sitio, aunque sea con una pluma y escribiendo sus artículos en un periódico.
Este periodista, de visita en la ciudad, se encuentra de repente cubriendo el juicio por asesinato de un millonario local y termina haciéndose amigo de Frank el presunto culpable, con el que se cometido una gran injusticia.
Su personaje está de vuelta de todo, borracho, mujeriego e insolente en su comportamiento con sus jefes, lo que le ha costado alguna vez el puesto.
Pero su mejor amigo da la cara de nuevo por él, confía, sabe que es el mejor y que no le va a defraudar, cuando le encarga, por un accidente sufrido por la compañera que iba a cubrirlo, un reportaje de interés humano, en este caso sobre un criminal que está a punto de morir por inyección letal.
Su fino olfato le dice que no es culpable y va a tratar de demostrarlo, haciendo honor al mejor periodismo de investigación, que ha practicado durante toda su vida, en una carrera contra reloj para demostrar su inocencia.
Lo que más le importa es que el reo le diga la verdad y si lo cree en su afirmación le ayudará a salvar su vida.
No se trata de un caso real, pero realmente podría serlo.
Se basa en una novela escrita por Andrew Klavan.
A lo largo de este camino Clint Eastwood va dejando caer las críticas en torno a la pena de muerte y la sociedad injusta que condena al inocente por oscuros intereses.
El presuntuoso sacerdote de la prisión, el alcaide que cumple estrictamente con su deber, los guardianes de chanza y diversión ante un momento tan crucial para la vida de esa persona, la fiscal, para la que es fácil condenar a un negro con un falso testimonio de un blanco, etc. son algunas de las pinceladas con las que se dibuja esta historia.
Clint Eastwood se rodea de su equipo habitual, con el que está perfectamente compenetrado y de esa manera la maquinaria funciona sola.
Una buena interpretación de los actores y la música de su amigo Lennie Niehaus, con el que comparte su gusto y afición por el jazz desde hace ya más de una docena de títulos, completan los muchos y buenos valores de esta gran producción.
La dirección alterna los momentos de drama y comedia para dar un respiro al espectador que experimenta la mayor subida de tensión en el suspense del cuarto de hora final.
Una vez más una gran película de un maestro de 70 años.
Premio de la Sociedad de críticos de Texas al mejor actor para Kevin Spacey.
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