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CRITICA
Por: PACO CASADO
La falta de ideas nuevas en el cine norteamericano hace que se recurra una y otra vez a las continuaciones o a los viejos seriales de la televisión, que están ahora tan de moda.
En esta ocasión es el famoso detective Axel Foley quien otra vez vuelve a la pantalla en esta su tercera película.
Se ha vuelto a elegir a John Landis, director que ya dirigió a Eddie Murphy en dos films anteriores, 'Entre pillos anda el juego' (1983) y 'El príncipe de Zamunda' (1988), tal vez por aquello de que es un buen director de comedias y el género se le da bien. No hay que olvidar que de nuevo se vuelve a emplear la fórmula que no suele fallar, en la que se combina de manera perfecta la acción y la comedia a partes iguales y sale un cóctel ideal, muy apto para el consumo popular, ya que el espectador lo que quiere es la diversión cuando acude a una sala de cine y si tiene un buen espectáculo, mucho mejor.
Es de nuevo el detective Axel Foley quien se encuentra desempeñando una misión en la que investiga a una pandilla de delincuente que se dedican a robar coche y se encuentra con algo mucho más grande y es que entre ellos se eucnetran los hombres que dieron muerte a su jefe del departamento de policía de Detroit.
Las pistas le llevan, una vez más, a la ciudad de Los Angeles donde se encuentra con sus amigos Serge, Billy Rosewood y Jon Flint-Axel a los que, de alguna manera, involucra, ya que el perseguido tiene su guarida en el parque de atracciones Wonderland, y no es otro que Ellis DeWald, el jefe de seguridad del parque, un villano despiadado, donde prácticamente se va a desarrollar casi toda la comedia, lo cual conlleva el contar con un escenario sumamente espectacular para las peripecias, siempre divertidas, que lleva a cabo Axel Foley.
Para asegurar el éxito de la película se ha contado en el guion con el prestigioso especialista en cine de acción Steven de Souza, a quien se debe el de 'Jungla de cristal' (1988), que lleva el relato a buen paso acumulando aventuras para que el ritmo no decaiga en ningún momento, a lo que contribuye la dirección de John Landis y la siempre divertida actuación de Eddie Murphy, que constituyen la mayor atracción del film, muy apto para pasar un buen rato, que es lo que en definitiva se pretendía.
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