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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos llega la anual película de Woody Allen, con la misma frescura que la primera a pesar de los 60 años muy bien llevados por su autor.
En ella, una vez más, trata los mismos temas en una tan acertada comedia como siempre y tan original como es habitual en él, insertando en esta ocasión un extraño coro griego que va comentando la actuación de los personajes, convirtiendo así el film en una comedia coral, festoneada por sus obsesiones de siempre, tal vez ahora tamizadas por el filtro de la madurez.
Su propia vida le ofrece a Woody Allen suficientes argumentos para sus comedias.
En esta ocasión el protagonista es un cronista deportivo, casado, cuya esposa, directora de una galería de arte, se empeña en adoptar un niño y él siente deseos de saber quien es la madre, a la que imagina una mujer superdotada, dada la inteligencia del pequeño, y se encuentra con una torpe pero sana prostituta, de bajo coeficiente intelectual, que le conmueve por su bondad e ingenuidad y a la que decide ayudar.
Una vez más la cinta se ambienta en Nueva York, aunque parte de ella fue rodada en el teatro Greco de Taormina (Italia) donde tienen lugar algunas de las escenas del coro griego cuyos comentarios y apuntes críticos sobre los personajes aumentan la comicidad, para terminar bailando como coristas de Broadway o amantes del jazz.
Este divertimento no quita para que la película esté sólidamente construida a través de un guion, de rigurosa estructura que resulta realmente modélico, que, sistemáticamente, es reconocido por la Academia de Hollywood con una nominación, como ocurre también con éste, y a veces con el Oscar que nunca acude a recoger.
Y como es habitual en el cómico neoyorquino, suele cambiar el cuadro de actores y en este caso con la sorpresa del descubrimiento de una nueva e interesante actriz, la hija de Paul Sorvino, Mira Sorvino, que ya ha ganado el Globo de Oro por este papel y está nominada al Oscar, así como el guion de Woody Allen, una vez más.
También da la oportunidad de demostrar nuevas cualidades a actores como Helena Bonham Carter o Peter Weller, que se desenvuelven muy bien en la comedia.
La riqueza de la banda sonora, la buena ambientación y fotografía, hacen de Poderosa Afrodita (1995) uno de los más divertidos films de Woody Allen de los últimos tiempos.
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