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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es una de las películas más significativas del movimiento de la nueva ola francesa, con la que debutó en el cine Jean-Luc Godard que, vista ahora tiene más valor por lo que significÓ de ruptura con un cine tradicional que por los valores que contiene.
Grandes admiradores del cine americano todos los componentes de la revista Cahiers du Cinema sin embargo no seguían su forma de rodar, haciéndolo en exteriores, sin iluminación artificial, con un material más sensible, con la cámara al hombro, improvisando tanto los actores como los guiones durante el rodaje, en 16 mm., sin una continuidad temporal en el montaje y algunas cosas más que hacía posible un cine más barato en los costes.
Era una nueva concepción del cine y de su manera de hacerlo, rompiendo con el cine francés más clásico, demasiado atado a la literatura y al exceso de diálogos.
Godard cuenta una historia muy afín al cine de gángsteres americanos. Michel Poicard roba un coche y mata a un agente de tráfico, por lo que es buscado por la policía, refugiándose en casa de Patricia, una estudiante americana en París.
En una conversación con ella le pregunta qué prefiere la tristeza o la nada.
Él elige la nada. Sabe que su vida será corta y que la muerte puede estar a la vuelta de la esquina y así sucede al final de su escapada.
Ella en cambio no arriesga y hace planes para el futuro.
Dos modos muy diferentes de entender la vida.
La idea es de François Truffaut y es deudora del cine negro americano a lo que contribuye la banda sonora de jazz de Martial Solal en contraste con el Concierto para clarinete, de Mozart. Entre los actores está media redacción de Cahiers.
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