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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia del cine mundial está plagada de atracos imperfectos, por razón de la censura claramente comprensibles, aunque no lógicas, porque por otra parte vemos casi a diario en la prensa atracos que muchos de ellos quedan sin solucionar y su dinero sin ser recuperado.
Estamos ante un nuevo producto de la productora Malpaso, que es lo mismo que decir de Clint Eastwood, a quien pertenece.
Este actor, metido también a dirigir, está teniendo una buena cosa, y es que está dando oportunidades a jóvenes valores que empiezan como es el caso del debutante en la dirección de Michael Cimino, guionista que ha trabajado para él en otras ocasiones como por ejemplo en 'Harry el fuerte' (1973).
En esta línea argumental de cine podemos encuadrar 'Un botín de 500.000 dólares' (1973) que entra también dentro de la actual moda que algunos califican de "parejas masculinas", que incluso ha provocado protestas ya de algunas actrices.
Cuenta las andanzas y aventuras de dos cómplices que, en unión de otro más, organizan un atraco cuya realización resulta prácticamente perfecta, pero al final surgen divergencias entre ellos.
Un extraño predicador, que tiene que salir huyendo de su iglesia a tiros se empareja con un joven truhán llamado Lighfoot, con el que decide compartir su particular forma de vida.
El predicador es en realidad un conocido atracador de bancos, Johnny Thunderbolt.
Ahora la pareja está lista para la acción, pero como primera providencia tendrá que eludir el acoso de Red Leary, socio de Thundebolt en el asalto al bando de Montana, cuyo botín fue escondido en una vieja escuela, ahora ya desaparecida
Si bien el tema no es nuevo, ya que hay una gran cantidad de títulos sobre atracos perfectos, que después resulta que no son tales, sin embargo es sumamente divertido, llevado a cabo con buen pulso, dosificando el interés a lo largo del relato y salpicándolo con unas gotas de humor a lo largo de toda la narración.
Contada por el años después, famoso Michael Cimino, con bastante soltura para ser su primera película, con un buen ritmo narrativo a pesar de discurrir el atraco bastante minutos antes del final, que por otra parte queda entre feliz y trágico, según la perspectiva con que se mire.
El film, que funciona a niveles de los espectadores que gustan del género, cuenta con una abundante galería de personajes bastante bien llevados en la mayoría de los casos, así como con una buena fotografía.
En definitiva, con su tono correcto, su música funcional, sus actores muy profesionales, su hábil argumento y su calidad media, esta cinta norteamericana se inscribe en esa interminable lista del cine mundial de todos los tiempos que reúne a una serie de títulos sin grandes fallos pero también sin nada que las haga perdurables salvo el rato de distracción que proporcionan.
Muy correctamente realizada para ser la primera realizada por Michael Cimino con una espléndida fotografía en color de Frank Stanley, cuya fórmula funciona con éxito, está bien contada, lo que es algo habitual en el cine de Hollywood.
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